México

Tan poco el amor y…

Como si la situación de inseguridad que ha padecido la ciudadanía a últimas fechas dejara margen para que los guardianes del orden se distraigan peleándose entre ellos en plena calle y de madrugada

Lo que nos faltaba: que un altercado entre policías y guaruras le diera al traste a la muy frágil coordinación que dicen tener los responsables de las corporaciones de seguridad del Estado y los municipios metropolitanos.

Como si la situación de inseguridad que ha padecido la ciudadanía a últimas fechas dejara margen para que los guardianes del orden se distraigan peleándose entre ellos en plena calle y de madrugada.

Ahora resulta que a raíz de una detención de dos elementos de seguridad del alcalde de Guadalajara, Aristóteles Sandoval, por parte de una de las llamadas columnas de seguridad en la que participaban policías del Estado y de Tlaquepaque, así como agentes de Vialidad, a alguien en los altos mandos tapatíos se le ocurrió cobrar el agravio retirando a la corporación tapatía de los operativos de segudidad que se realizan en calles y avenidas de la metrópoli. Según el secretario de Seguridad estatal, Luis Carlos Nájera, en el incidente también estaban presentes policías de Guadalajara y fue un caso más de gente armada que no obedece las instrucciones de alto y, además, porta armas, como era el caso de los guaruras del alcalde.

Nájera, quien es responsable de la coordinación de estas columnas, fue notificado el miércoles 9 por la tarde que los elementos policiacos de Guadalajara no participarían más en las columnas de seguridad. Ayer por la mañana me dijo en entrevista radiofónica, que buscaría a Aristóteles para aclarar las cosas y pedirle que los uniformados tapatíos no abandonen el trabajo conjunto. Hasta la tarde de ayer no trascendió que se hubiera llegado a un acuerdo entre las partes.

Hay que decir que si bien la Secretaría de Seguridad del Estado recibió la noticia del retiro de Guadalajara, inmediatamente después del incidente en el que participaron los escoltas del alcalde tapatío, ocurrido los primeros días de marzo, según versiones periodísticas el titular de la Policía local, Servando Sepúlveda, atribuyó culpa de los hechos, que pudieron terminar en tragedia porque todos los participantes iban armados, particularmente a uniformados de Tlaquepaque, quienes terminaron cerrando el paso a los guardianes que huían a toda velocidad por Lázaro Cárdenas, muy lejos del lugar donde originalmente les marcó el alto la columna de seguridad.

La bochornosa situación, que parece pleito entre policías pueblerinos, enrarece el ambiente en el que deberían estar trabajando el Estado y los municipios metropolitanos, ahora que se han propuesto conformar una “policía de élite”, que en realidad es el modelo de la Policía Estatal Acreditable (PEA), normada por la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública, y que estaría integrada por 422 elementos que trabajarían en las áreas de Análisis Táctico, Investigación y Operación. Si lo logran habrá dinero federal; si no, otro sueño guajiro.

¿Así cómo se logrará tener policías confiables? ¿Por qué cada jefe de seguridad se siente poseedor de la verdad y cada funcionario (estatal o municipal) pretende ser el creador de los sistemas del futuro?
Dice Nájera que los operativos continuarán con o sin el concurso de elementos tapatíos. A ver qué responden Sepúlveda y Aristóteles. ¡Tan poco el amor y desperdiciarlo en celos!
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