México
Sobre la verdad del caso Diego
¿Quién tiene la información correcta? ¿El periódico serio y lento, el político informado y hablador, el twittero libre y veloz, el académico o la autoridad? Aventuro que ninguno
Su duda fue de lo más pertinente: el Seminario en el ITESO fue salpicado por la desaparición de Diego Fernández de Cevallos y el ejemplo estuvo en muchos de temas trazados: uso de nuevas tecnologías, comunicación en crisis, estrategias gubernamentales de comunicación y veracidad de la información.
Al final era lógico que los asistentes se sintieran confundidos. ¿Quién tiene la información correcta? ¿El periódico serio y lento, el político informado y hablador, el twittero libre y veloz, el académico o la autoridad? Aventuro que ninguno. Es más, debo confesarles que la verdad no la tiene este diario respaldado por 93 años de información verificable. No la tienen ni el dirigente del PAN ni las autoridades de la PGR. Tampoco está en Twitter y mucho menos en Público cuando imprime que alguien “pudo haber sido detenido”, pero quién sabe. No hay forma de confiar en Mural, en Notisistema, en Facebook, en Aristegui o en las noticias de Telcel. Y sin embargo, la verdad está, al mismo tiempo, en todos esos sitios, en algunos casi siempre, en otros a veces sí y a veces no. Pero ¿cómo saber si cumplieron su trabajo de verificadores los periodistas? ¿Cómo saber si es verdad lo que dice la PGR? ¿Cómo saber si se refiere el especialista a un hecho y no a un rumor?
No es tan difícil: basta saber leer, escuchar bien y pensar un poco. Cada ciudadano, por sí mismo, puede saber, navegando en Twitter, leyendo El Universal o monitoreando el radio, si los datos son confiables al hacerse las preguntas adecuadas: ¿Espino vio el cadáver de Diego, o se lo contaron? ¿Tiene fotos? ¿A quiénes se refiere Aristegui cuando dice que le dijeron que está vivo? ¿Hay varios testigos que coinciden? ¿Lo afirman “unos familiares”, el velador, la PGR y el gobernador de Querétaro por separado, o lo dice un amigo cercano que no está en México?
El uso de la lógica también es altamente recomendable: si las premisas no son confiables, la conclusión tampoco. Por ejemplo: nadie puede confirmar que Nacho Coronel fue detenido. Nadie lo ha visto, la autoridad no lo ha presentado. Tampoco hay evidencia de que el cártel de Sinaloa secuestró a Diego. No hay dos premisas verdaderas: hay dos hipótesis incomprobables. Y sin embargo, se salta a la conclusión de que a Diego lo quieren intercambiar por Nacho. ¿Alcanzan a ver el triple salto mortal deductivo?
Un lector, un internauta, un gobernante y también un periodista, pueden encontrar verdades hasta en la basura. Si leen “Encuentran a Diego” y no encuentran más datos (dónde, quién lo dice, cuántos lo afirman, hay fotos, grabación del panista, evidencias gráficas), así lo hayan leído en el New York Times o se lo hayan escuchado al especialista doctorado en Harvard, tienen que dudar.
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