México

Siete mil pesos por Cabañas ensangrentado

Sangre en la cabeza, sangre en el suelo, la playera negra arremangada y levantada arriba del pecho y la mirada extraviada del delantero del América

La madrugada del lunes, Salvador Cabañas estaba tendido en el piso del baño del Bar-Bar. Sangre en la cabeza, sangre en el suelo, la playera negra arremangada y levantada arriba del pecho y la mirada extraviada del delantero del América. Según el reloj de la cámara de seguridad del antro, a las 5:18 de la mañana entró el paraguayo al de “Caballeros”.

Entre José Jorge Balderas Garza (o Jorge Díaz Treviño) y su guarura le pegaron un balazo en la frente. Adentro estaba también el intendente de limpieza quien, hasta dos días después de estar en poder de la Procuraduría del Distrito Federal, no se acuerda exactamente cómo pasaron las cosas.

Inmediatamente llegaron al baño —la escena del crimen— los de seguridad del establecimiento, y tras asegurar la fuga de los agresores, vieron arribar a los paramédicos, quienes denunciaron que les intentaron convencer de que trasladaran al futbolista hasta la banqueta para simular una riña callejera.

Lo que nadie contó es que uno de los paramédicos sacó su celular y tomó una fotografía de “Chava” Cabañas ensangrentado y tirado en el piso del baño. La famosa fotografía. Y de inmediato contactó a periodistas para venderla. Circuló que hubo ofertas de hasta 10 mil pesos y el trato se cerró en siete mil pesos. A las cuatro horas la gráfica ya estaba recorriendo redacciones y portales.

¿Desde dónde opera “El Mochomo”?

El 13 de enero, estas Historias de reportero reseñaron una “investigación que realizan las autoridades federales” sobre el cártel de los Beltrán Leyva: ante las bajas en su organización criminal —su propio encarcelamiento, el de su hermano Carlos y la muerte de otro hermano, Arturo—, “El Mochomo” sigue dirigiendo la sucesión en el mando desde su encierro, pues “según esta indagatoria, Alfredo Beltrán no opera desde la cárcel… sino desde las instalaciones del Poder Judicial Federal, donde se llevan a cabo sus procesos, concretamente, desde el Juzgado Octavo de Distrito con sede en Guadalajara, a través de sus abogados a quienes gira instrucciones cifradas”.

El Consejo de la Judicatura hizo llegar a este reportero su postura: “El Mochomo” nunca está en sus instalaciones, por lo que si opera (y eso no les consta) lo hace desde la cárcel de máxima seguridad de Puente Grande.

La explicación es que tratándose de un reo de tal peligrosidad, el juez se traslada a los locutorios que están en el penal de Puente Grande para desahogar “todas las etapas de los procesos penales en las que participan las partes involucradas, como son acusados, defensores, agentes del Ministerio Público e impartidores de justicia”, por lo que las diligencias “se realizan en el interior del Centro Federal de Readaptación Social, en locutorios especiales determinados por la normativa preventiva”.

Es decir, la Judicatura regresa al Ejecutivo la acusación contenida en la citada investigación, y señala concretamente que si “El Mochomo” sigue operando desde su encierro, lo hace en territorio de Seguridad Pública Federal.
Síguenos en

Temas

Sigue navegando