México

Septiembre en junio

Efectivamente parece que ya es septiembre y en muchos casos es más la euforia patriotera en junio que los festejos por la Independencia de México

Resulta prácticamente imposible sustraerse a la fiebre futbolera, nos guste el futbol o no. Incluso nos atrapa a quienes encontramos cosas cuestionables como la danza de los millones, la enajenación de muchos, la pasión fanática y la utilización mediática y política para distraer a la sociedad con respecto a otros asuntos.

Efectivamente parece que ya es septiembre y en muchos casos es más la euforia patriotera en junio que los festejos por la Independencia de México. Y está bien, voy a pensar que está bien y que en un contexto complejo y problemático: inseguridad, desempleo, pobreza, enfermedades, dirigencias sindicales irresponsables y egoístas, clase política pasmada y también egoísta… no nos cae nada mal un poco de distracción.

Está bien. Sólo quiero llamar la atención del lector para que durante el mes que dura el Mundial de Futbol no nos perdamos del todo. Hay asuntos pendientes que reclaman nuestra vigilancia, por lo menos que estemos enterados para seguir en este trabajo permanente de construcción de conciencia, para hacer los señalamientos precisos en su momento, para exigir lo que tengamos que exigir, para no quitar el dedo del renglón en temas inaplazables y urgentes como la ausencia de un proyecto de nación, la crisis educativa, la decadencia de la clase política; la pobreza extrema, la insuficiencia y deficiencia de las políticas públicas de todo; el desdén que de lo social hacen los dizque servidores públicos; el desempleo; la patrulla fronteriza, la pasividad de este lado y del otro del Río Bravo con respecto a los asesinatos de Anastasio y Sergio Adrián y de cientos antes a lo largo de la historia, la xenofobia, el aplazamiento crónico de la reforma migratoria; la trata de personas, la prostitución infantil y la pederastia; la corrupción cotidiana en todos los niveles, la falta de justicia, los abusos, el cinismo, la drogadicción, la falta de oportunidades para los jóvenes, el narcotráfico, el crimen organizado, la violencia, tantas muertes…

Podría seguir con el recuento, pero es de sobra conocido por todos de muchas maneras, en diversos niveles e intensidades, directa e indirectamente. La realidad nos rebasa y entonces llega el Mundial como un refresco, un alto en el camino.

Nada más que no sea un alto total, la vida sigue y los problemas ahí están en espera de ser resueltos, que los esfuerzos manipuladores de la clase política con sus cómplices de siempre sean vanos, que no nos aparten de lo que sí es importante, que no minen los niveles de conciencia que hemos alcanzado. Debemos estar atentos para no permitir abusos de la autoridad de ningún tipo; que no nos receten la medida, la ley, la decisión que sea nada más porque nosotros estamos absortos.

Y una cosa más, no dejemos en manos de 11 jugadores nuestro estado de ánimo como nación, somos mucho más que eso. No nos podemos hundir si pierden ni enloquecer si ganan.
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