México

Selvas viven en la agonía constante

Anualmente se pierden unas 155 mil hectáreas de vegetación, situación que el Gobierno trata de revertir

CIUDAD DE MÉXICO (31/OCT/2011).- A pesar de los esfuerzos realizados por instituciones gubernamentales y grupos ambientalistas para reducir la devastación de selvas en el territorio nacional, este fenómeno persiste. La actividad ganadera, los asentamientos humanos y la agricultura están profundizando los procesos de desertificación de los pulmones del país, coinciden especialistas.

De las 350 mil hectáreas que se perdían cada año en la década de los años noventa, se ha logrado reducir la destrucción hasta 155 mil hectáreas por año, en el último lustro, advierte Juan Manuel Torres Rojo, director general de la Comisión Nacional Forestal (Conafor).

México cuenta con una extraordinaria diversidad biológica enmarcada en una superficie de más de 33 mil millones de hectáreas que cubren una tercera parte del país; los estragos se han dejado sentir principalmente en el Sureste, el Golfo y en las zonas del Pacífico, explica Torres Rojo.

La presión sobre los recursos naturales aumenta día con día y el efecto sobre los ecosistemas se manifiesta notablemente en la pérdida de especies, flora nativa y en la fragmentación de su hábitat, puntualiza Juan Núñez, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

El titular de la Conafor reconoce que del total de hectáreas que conforman las selvas mexicanas, más de 90% corresponde a zonas protegidas, “esto no quiere decir que no sufran devastación, pero si sucede se realiza en menor medida y de manera menos agresiva”.

Reducción de espacios verdes

De acuerdo con Mariana Chávez Pesqueira, investigadora del Instituto de Genética de la UNAM, la devastación de selvas, bosques de clima templado y manglares ya están cobrando factura, aunque de una manera menos agresiva a los ocasionados por el hombre, ganadería y la agricultura; pero de alguna forma han tenido un impacto sobre la diversidad biológica y fauna que existe en la República Mexicana, en muchos casos ya tenemos especies en peligro de extinción.

La presencia recurrente de incendios, plagas y fenómenos climáticos más severos son consecuencia de la desertificación de las áreas verdes.

Estudios advierten que a través de los siglos las selvas han disminuido hasta 90% de la superficie que ocupaban originalmente, sobre todo después de la colonización española y el asentamiento urbano marcado desde hace más de 100 años.

Académicos, funcionarios y empresarios consultados coinciden en que el comercio ilegal de vida silvestre y la tala clandestina de maderas, en menor medida, es un problema que está provocando la destrucción de las selvas.

Crecimiento irregular afecta áreas vírgenes de  manglares


Greenpeace México expone en estudios realizados sobre el impacto del crecimiento desordenado en zonas costeras que los asentamientos han tenido un impactado negativo en las áreas vírgenes de manglares.

Las obras de la modernidad en los destinos de playa, el desarrollo de complejos turísticos y de infraestructura urbanística y de comunicación como carreteras, bordos y diques, así como la obstrucción de flujos, entre otros, perjudican cientos de hectáreas de manglares a lo largo de las costas mexicanas, puntualiza la organización.

Aplauden iniciativas

Juan Manuel Torres aplaude el interés de los gobiernos federal, estatales y municipales, por trabajar en la misma dirección desde hace una década para reducir la devastación de las áreas verdes con iniciativas que premian con incentivos monetarios, préstamos no devolventes a las comunidades que protegen la diversidad biológica.

La región de Los Tuxtlas, los exuberantes manglares ubicados en la Península de Yucatán o las huastecas Veracruzana, Hidalguense y Potosina sobreviven a pesar de la grave deforestación a la que se han sometido en las últimas décadas y al saqueo indiscriminado de especies animales a manos de los traficantes.

Ficha técnica
Pérdida de fauna en la Huasteca


En 35 años, la Zona Huasteca de San Luis Potosí ha perdido 450 mil hectáreas de bosques y selvas, según reporta la Secretaría de Gestión Ambiental, con base en estudios realizados en dicha área protegida.

Con la deforestación, especies animales también casi han desaparecido, el jaguar la principal de ellas.

La presencia de jaguar o pantera onca una de las muchas especies de fauna antes muy común de encontrarse ha decrecido por la cacería y la pérdida de hábitat por la deforestación y la apertura de tierras al cultivo.

Universidad Autónoma Metropolitana Campus Xochimilco y la Universidad de Nuevo México documentaron la devastación de la especie.

Además, según Protección Civil, los daños este año por incendios en la selva son de 11 mil hectáreas.

Chiapas
La Lacandona padece de saqueos

OCOSINGO, CHIAPAS.-
En 121 años, la Selva Lacandona, uno de los “últimos reductos del ecosistema tropical en México”, perdió casi 50% de su masa forestal, al pasar de un millón 245 mil hectáreas a 715 mil 822, como resultado de “las presiones socioeconómicas”, el avance de la frontera agrícola y la actividad ganadera.

El uso de suelo, a través del proceso de colonización de la Selva, ubicada en la zona más oriental de Chiapas, trajo un giro drástico en el paisaje, según estudios.

Revelan que hasta 1875, el área que contaba con un millón 245 mil hectáreas, se encontraba despoblada y la actividad de los lacandones, que se ubicaban en los alrededores de la Laguna Miramar, era mínima en cuanto al proceso de afectación del medio ambiente.

Pero la política de seguridad nacional que se implementó en los años sesenta, como fue el proceso de colonización del área, provocó cambios en los ecosistemas, sobre todo, cuando se implementa el programa auspiciado por el Banco Mundial (BM) y el Gobierno, para otorgar recursos económicos para que el campesino e indígena dedicara una hectárea para la ganadería.

Esto se convirtió en un desastre, ya que sin asistencia técnica en el manejo del potrero, el proyecto fue abandonado por los indígenas y campesinos, y esos espacios dedicados a la ganadería fracasaron, explica el investigador Samuel I. Levy Tacher.

Las 500 especies de árboles tropicales, que por miles de años afirmaron raíces profundas, empezaron a degradarse con la presencia del zacate y así el área ganadera “dejó de tener vida”.

En este momento hay un “considerable proceso de degradación” de la Selva Lacandona, ya que del millón 165 mil hectáreas que se contaban en 1969, pasó a 715 mil 822 en 1996, detallan cifras de varias instituciones gubernamentales.

Hasta la primera década del siglo XXI, en la Lacandona aún imperaban las acciones de deforestación de áreas de arbolado adulto para dedicarlas a la agricultura o la ganadería, de acuerdo con información de organizaciones ambientalistas.

Pero en el trabajo de regeneración de la Lacandona “hay más buenas noticias que malas”, considera Levy Tacher, doctor en botánica, y agrega que el proceso de degradación puede revertirse.

“La restauración ecológica es el proceso dirigido de restablecimiento de un ecosistema que se ha degradado, dañado o destruido”, documenta el investigador de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur).

Para realizar el trabajo, utiliza 28 especies autóctonas, que identifica como “pioneras”, de rápido crecimiento; “intermedias”, de medio crecimiento; y tardías, de “lento crecimiento”.

Durante seis años, el proyecto en la comunidad Nueva Palestina, ubicada en la Comunidad Lacandona, Levy Tacher, consiguió producir en un vivero medio millón de árboles, para reforestar alrededor de 600 hectáreas, que antes eran áreas de pastoreo deterioradas.

El proceso es incipiente e ínfimo en esta área de Chiapas en consideración a Brasil donde en 2011 se rehabilitaron alrededor de 40 mil hectáreas, con un método parecido al que se aplica en Nueva Palestina.

El investigador Levy Tacher considera que trabajar en Nueva Palestina ha sido un reto, porque los tzeltales cuando no aceptan el proyecto de una institución simplemente echan a los ejecutores de éste. “Como llegó se sale”.

Para respaldar el trabajo realizado, el estudioso se ha valido de la cooperación de estudiantes del Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos del Estado de Chiapas (Cecytech), quienes han transmitido a sus padres la experiencia de reforestación en la región.

Con seis años de permanencia en Nueva Palestina, el doctor en botánica repasa: “Mientras más crece el proyecto tengo más enemigos”, pero considera que lo valioso es que el trabajo ha funcionado y las “envidias” no han minado su intención de continuar en Nueva Palestina, ya que su objetivo es restaurar los maltrechos potreros “para que se vuelvan selva”.

Oaxaca

La Zona Chimalapa sufre gradual destrucción

JUCHITÁN, OAXACA.-
Desde la serpenteante carretera que va a Santa María Chimalapa se observan nuevos potreros en las laderas de los cerros que van quedando pelones para darle paso a la siembra de maíz. Ahora se ven pocos pinos y los cafetales casi han desaparecido.

El camino que comunica a San Miguel Chimalapa, del lado sur de la Selva Zoque, el panorama es igual de desolador desde el poblado Vista Hermosa, donde los cerros exhiben espacios reducidos a corrales para la cría de vacas.

“Más de 60 mil hectáreas de selvas y bosques se han perdido en esas dos zonas de los Chimalapas por la expansión de la ganadería”, señaló Miguel Ángel García Aguirre, coordinador de la organización Maderas del Pueblo.

A veces, en el trayecto a ambas comunidades es común ver a los campesinos montados en sus caballos que arrastran en cada extremo dos o tres tablones de madera. Es el “robo hormiga” de los recursos forestales para que sobrevivan con su venta.

En la Zona Noreste de la Selva Zoque, en los límites de Chiapas y Veracruz, donde se ubican 42 mil hectáreas de San Isidro la Gringa, recuperadas por los Chimalapas en 1994, también se han perturbado algo así como 30 mil hectáreas.

La Selva de los Chimalapas, estimada en 600 mil hectáreas y considerada como el último refugio de flora y fauna de Mesoamérica, va perdiendo terreno ante el avance de la ganadería y la agricultura y también por los conflictos agrarios.

En la Región Oriente de San Miguel Chimalapa, en los límites con Chiapas, donde ejidatarios han invadido 47 mil hectáreas, hay 30 mil hectáreas de selvas y bosques con un alto grado de perturbación.

“Los chiapanecos, como saben que no están en su territorio y no tienen la certidumbre de que se van a quedar ahí, lo primero que hacen es saquear los recursos madereros y destruyen la selva”, dijo el comunero Álvaro Román.

Al margen de esa destrucción ilegal de la Selva Chimalapa, los indígenas zoques enfrentan la indiferencia de la Semarnat que desde 2005 autorizó diversos permisos de aprovechamiento forestal para los ejidos y particulares chiapanecos.

En la Zona Oriente de San Miguel Chimalapa los pobladores de los ejidos Flor de Chiapas, Rodulfo Figueroa, Ramón E. Balboa y Gustavo Díaz Ordaz “destruyen nuestra selva”, dijo el comunero.

“No sabemos por qué la Semarnat federal y estatal autorizaron los permisos de aprovechamiento forestal a favor de los chiapanecos, cuando en la zona hay un conflicto agrario y los chiapanecos ni son los dueños”.

El proceso de perturbación de la Selva Chimalapa es gradual, pero mucho más rápido que como ocurrió en los tres mil años de la presencia indígena, señaló el coordinador de la organización no gubernamental Maderas del Pueblo.

Durante 1997, recordó, la organización Servicios Bióticos de Oaxaca diagnosticó que hasta ese año, 30 mil hectáreas de la selva zoque tenían un alto grado de deforestación. Después, el proceso de devastación continuó con mayor rapidez aunado a los incendios forestales de 1998.

Yucatán
Manglares del Estado se dañan por obras

MÉRIDA, YUCATÁN.-
Las obras por nuevos desarrollos turísticos, ampliaciones urbanas y carreteras, han afectado en Yucatán alrededor de 910 hectáreas de manglares a lo largo de la Costa que cuenta con 344 kilómetros de extensión.

El Estado es una de las entidades del país con mayor cantidad de manglares, mismos que han resultado devastados por diferentes razones en los últimos años, incluso por la presencia de huracanes como el “Gilberto” en el año de 1988 e “Isidore”, en 2002.

“Con el fenómeno de los huracanes, se pierden grandes cantidades de manglar, tal es el caso del Puerto de San Benito, en donde se perdieron más de 300 hectáreas”, explicó el secretario de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente (Seduma), Eduardo Batllori Sampedro.

La ganadería es una de las actividades que está afectando al acercarse a la zona del manglar; por este fenómeno se registra la pérdida de unas 149 hectáreas por año.  

El Gobierno del Estado, dijo, ha tomado acciones para la conservación, restauración y aprovechamiento de esta zona. Hay cinco grandes lagunas costeras que son, Celestún, Progreso, Telchac Puerto, Chabihau, Dzilam de Bravo, más el Río Lagartos. Otra parte son ciénagas que se secan en ciertas temporadas del año y en otras se inundan.

Para  amortiguar los efectos negativos se han realizado acciones como la colocación de alcantarillas en las carreteras costeras, esto con el fin de librar el flujo de agua y que no la contamine.

Veracruz
Los Tuxtlas están transformados en potreros de ganado

JALAPA, VERACRUZ.- La Región de Los Tuxtlas, uno de los últimos reductos de selva virgen de Veracruz, sobrevive a pesar de la grave deforestación que ha vivido en las últimas décadas y al saque indiscriminado de especies animales a manos de traficantes.

La cobertura forestal, la cual se ha transformado en potreros para ganado y zonas agrícolas, fenece lentamente en medio de esfuerzos gubernamentales y de organizaciones civiles para poder salvar la zona asentada en el Sur de Veracruz.

De acuerdo con la organización Greenpeace México, la deforestación en Los Tuxtlas es patente.

En los estudios de la ONG, de las 43 mil hectáreas que se deforestaron entre 1972 y 1993, la mitad ocurrió en los últimos tres años de ese periodo a un ritmo de 9.42% anual.

La pérdida se debe principalmente a la ganaderización de la zona, primero impulsada activamente por las políticas gubernamentales y, actualmente, por la búsqueda de la gente para hallar medios para subsistir.

Además, la depredación de especies animales es brutal. Iguanas, osos hormigueros, tejones, mapaches, conejos, gansos, patos, entre muchos otros, son extraídos de manera ilegal. La Semarnat detectó principalmente cuatro zonas como “focos rojos” por la caza ilegal de especies en Veracruz, entre ellas Los Tuxtlas.

Autoridades federales y estatales han logrado articular más sólidamente acciones conjuntas en favor del desarrollo forestal sustentable.

Uno de los ejemplos de estos trabajos es el de la Reserva de Los Tuxtlas, zona que históricamente había sufrido deforestación.

FRASE

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La restauración ecológica es el proceso dirigido de restablecimiento de un ecosistema que se ha degradado, dañado o destruido ''

Samuel I. Levy Tacher,
investigador del Colegio de la Frontera (Ecosur).
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