México
Se va un año rojo
¿El 2011 será para la mayoría de los mexicanos mejor (o menos malos) que el que termina?
Los dos años por delante, todos lo sabemos, estarán marcados por acontecimientos y personajes sobre los que poco podrá influir; esto vale lo mismo para el proceso de sucesión, incluso en su propio partido, Acción Nacional (PAN), que para la acometida legislativa para conseguir reformas profundas en materia laboral, fiscal o de seguridad, por ejemplo.
Cerramos el 2010 con ganas de dejarnos arrastrar por el espíritu festivo de las doce campanadas, de las doce uvas, de los doce brindis, con los truenos y las luces que refulgen en lo alto por los juegos de la pirotecnia.
Pero entreverados también resuenan los ecos de la realidad violenta, de los cadáveres sembrados en las calles y las rancherías, en los restaurantes y los vehículos, ametrallados o degollados, con mensajes dirigidos a destinatarios específicos o como simples bultos.
Imposible resguardar bajo llave o en archivos cibernéticos las cifras de la violencia que en los mínimos reconocidos rondan las 23 mil muertes a lo largo del sexenio, pero que algunos tasan en más de 28 mil, al menos.
Parecía que ya todo estaba dicho, que a los órganos gubernamentales mexicanos no les había quedado salida y habían tenido que soltar los datos de las miles de víctimas del año que también agoniza, pero los famosos cables de WikiLeaks revelan un Estado desbordado por la lucha contra el narco, temeroso de perder la batalla contra los cárteles que plagan de violencia la frontera con el poderoso y subyugante vecino del Norte, de donde provienen precisamente las informaciones filtradas.
La mejoría relativa que pudieron experimentar en su economía familias que lograron hacerse de un magro ingreso por la vía de un empleo con salario de sobrevivencia, o quienes pudieron agenciarse un crédito para tener una casita propia, palidece ante el ánimo de zozobra que se pasea espectral todos los días porque nadie se siente a salvo de la violencia, tenga o no relación con actividades delictivas.
¿El 2011 será para la mayoría de los mexicanos mejor (o menos malos) que el que termina? Siendo sinceros se ve difícil.
La atención de la llamada clase política estará en el 2012. La escala electoral obligada de los comicios del Estado de México en el año que está por comenzar, llevará el debate a propuestas de lo sensato a lo descabellado; ¿Cómo acabar con esta guerra? ¿Cómo revertir la espiral de violencia que ha dejado regados a su paso a centenares o miles de cadáveres de inocentes? ¿Cómo hacer eficaz al Estado frente a esta fuerza supranacional que es el tráfico de drogas, personas, mercancías, armas y otros "productos" de catálogo?
Está usted en lo correcto: hoy festejemos el cerrojazo del 2010. El 2011 nos espera con muchas preocupaciones. ¡Feliz año!
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