México

Se traga mar zona costera de Tabasco

La progresiva erosión marina que se ha “comido” franjas de hasta 200 metros de playa a lo largo de unos 100 kilómetros de la costa oeste tabasqueña, cambió radicalmente la vida de toda la población de esta región

ZONA COSTERA, Tab.- El incalculable daño social, económico y ecológico ocasionado por la progresiva erosión marina, que se ha “comido” franjas de hasta 200 metros de playa a lo largo de unos 100 kilómetros de la costa oeste tabasqueña, cambió radicalmente la vida de toda la población de esta región.

Pero el avance del mar hacia tierra firme aún no termina y mantiene a la población en la incertidumbre por la inseguridad que ello significa, coinciden en señalar autoridades comunitarias de los poblados asentados en esta franja costera de los municipios de Cárdenas y Paraíso.

Además de dejar incomunicados a estos municipios, al desaparecer extensos tramos de la carretera, que se “comió” el mar en su avance hacia el interior de Tabasco, el golfo de México se llevó centenares de casas, comercios, restaurantes, escuelas, iglesias, cultivos y la esperanza de desarrollo de empobrecidos pueblos.

Hasta ahora no existe certeza del origen de ese fenómeno, pero todos coinciden que fue por la alteración del medio ambiente.

Una de las comunidades más afectadas es la Villa o Puerto de Sánchez Magallanes, pues al ser arrasados sus balnearios, que eran fuente de empleo y derrama económica, se quedó sin esa actividad que daba vida al poblado, afirma el delegado municipal, Martín Córdova Márquez.

Es en esta población del municipio de Cárdenas, ubicada junto a la Barra de Santana, donde han resultado dañadas el mayor número de viviendas, escuelas, comercios, restaurantes y calles, a lo largo de la playa sólo asemejan ruinas de construcciones derribadas por un terremoto.

Pero el temor fundado de la población es que desaparezca la franja de tierra que divide al golfo con el complejo lagunar El Carmen-Pajonal-Machona; con ello moriría la zona ostrícola de la que aún sobreviven miles de familias.

En un recorrido por la zona, Rosario González Luna, viejo ejidatario de El Alacrán, apunta con su índice donde estaban sus dos hectáreas de tierra, que ahora es sólo mar. Ahí vivían cinco familias y él tenía un pequeño restaurante. Muestra el certificado 63997 que ampara la parcela número 155 Z-1P1/2.

En esa área desapareció la carretera costera. Los vehículos tienen que atravesar por los cocales sembrados en la reducida franja de terreno que le queda; de un momento a otro también podría desaparecer para quedar unido el mar con la laguna La Machona, dice atemorizado.

Y Ernesto Sánchez González, cuya vivienda está separada del mar por el tramo de carretera que aún queda, relata el martirio en el que sobreviven, pues la incertidumbre crece entre los habitantes cada que azota uno de los 40 nortes que cada año se registran en costas tabasqueñas.
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