México
Reconocer la situación… primer acierto
Reconocer la traumática situación en que se encuentran las autoridades y los riesgos a que estamos expuestos los ciudadanos es un primer para solucionar el problema
Aunque durante muchos meses —casi dos años— las autoridades en Jalisco hicieron “circo, maroma y teatro” con tal de no reconocer la situación de inseguridad que se vive en la Entidad, finalmente, el número de muertos y/o ejecutados en el curso del presente año (123 y contando) les orilló a reconocer públicamente que los enfrentamientos entre miembros de diferentes cárteles han puesto a la ciudadanía en una situación de riesgo.
Ello se debe a que la disputa por allegarse el territorio jalisciense es literalmente a muerte, y ni uno, ni otro bando están dispuestos a darse una tregua, más bien pareciera que conforme pasan los días, las semanas y los meses, la situación se agrava, al grado de que mandos policíacos de diferentes municipios han preferido renunciar a sus cargos, con tal de no poner en riesgo su vida y las de sus familias.
Lo anterior como resultado de los homicidios cometidos durante las últimas semanas en Chapala, Zapopan y Tequila, sólo por mencionar algunos de los municipios en donde mandos de primer nivel cayeron abatidos por las balas criminales.
Reconocer la traumática situación en que se encuentran las autoridades y los riesgos a que estamos expuestos los ciudadanos es un primer paso —tal vez uno de los más importantes— para solucionar el problema, pues a partir de ello se podrán tomar decisiones tendientes a visualizar las medidas necesarias para acabar con el cáncer que nos aqueja, pues ni el Estado, ni los ciudadanos pueden permanecer indefensos ante la ola de asesinatos suscitados.
En pocas palabras, tal y como sucede con los enfermos de alcoholismo o drogadictos, el primer paso para alcanzar su rehabilitación tiene que ser la aceptación de que el mal existe, para luego someterse al tratamiento de una institución especializada para extirpar el mal.
Sin embargo, la disputa acerca de quiénes deben de ostentar la responsabilidad del mando de las corporaciones policíacas municipales aún está en el tintero, pues aunque la Constitución es clara al respecto —recae en los presidentes municipales—, especialistas de la Federación pugnan por definir mandos únicos centralizados, que mediante convenios con los munícipes permitan la orquestación de estrategias en contra de la delincuencia, sea ésta organizada o común, bajo el razonamiento de que estando unidas las diferentes fuerzas, podrán presentar un frente más fuerte.
No obstante, aún resuenan las palabras del presidente municipal de Zapopan, Héctor Vielma, cuando en días pasados aseguraba que el mando de la Policía Municipal debe estar depositado en el primer regidor de cada Ayuntamiento, aunque luego del asesinato de su director operativo ha exigido a las autoridades estatales y federales que terminen con la inseguridad que priva en la Entidad y en el país.
Ello se debe a que la disputa por allegarse el territorio jalisciense es literalmente a muerte, y ni uno, ni otro bando están dispuestos a darse una tregua, más bien pareciera que conforme pasan los días, las semanas y los meses, la situación se agrava, al grado de que mandos policíacos de diferentes municipios han preferido renunciar a sus cargos, con tal de no poner en riesgo su vida y las de sus familias.
Lo anterior como resultado de los homicidios cometidos durante las últimas semanas en Chapala, Zapopan y Tequila, sólo por mencionar algunos de los municipios en donde mandos de primer nivel cayeron abatidos por las balas criminales.
Reconocer la traumática situación en que se encuentran las autoridades y los riesgos a que estamos expuestos los ciudadanos es un primer paso —tal vez uno de los más importantes— para solucionar el problema, pues a partir de ello se podrán tomar decisiones tendientes a visualizar las medidas necesarias para acabar con el cáncer que nos aqueja, pues ni el Estado, ni los ciudadanos pueden permanecer indefensos ante la ola de asesinatos suscitados.
En pocas palabras, tal y como sucede con los enfermos de alcoholismo o drogadictos, el primer paso para alcanzar su rehabilitación tiene que ser la aceptación de que el mal existe, para luego someterse al tratamiento de una institución especializada para extirpar el mal.
Sin embargo, la disputa acerca de quiénes deben de ostentar la responsabilidad del mando de las corporaciones policíacas municipales aún está en el tintero, pues aunque la Constitución es clara al respecto —recae en los presidentes municipales—, especialistas de la Federación pugnan por definir mandos únicos centralizados, que mediante convenios con los munícipes permitan la orquestación de estrategias en contra de la delincuencia, sea ésta organizada o común, bajo el razonamiento de que estando unidas las diferentes fuerzas, podrán presentar un frente más fuerte.
No obstante, aún resuenan las palabras del presidente municipal de Zapopan, Héctor Vielma, cuando en días pasados aseguraba que el mando de la Policía Municipal debe estar depositado en el primer regidor de cada Ayuntamiento, aunque luego del asesinato de su director operativo ha exigido a las autoridades estatales y federales que terminen con la inseguridad que priva en la Entidad y en el país.
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