México
Recibe la CNDH 74 quejas de pacientes con VIH
La Comisión apuesta por la educación para reducir el número de contagios y evitar discriminar a los seropositivos
Por ello, al conmemorarse este 1 de diciembre el Día Mundial de la Lucha Contra el Sida, el organismo indicó que “por ningún motivo” las personas que viven con este padecimiento deben ser víctimas de rechazo, abusos o segregación.
Destacó en un comunicado que este año los esfuerzos para luchar contra la pandemia “tienen como propósito primordial disminuir el número de nuevas infecciones por VIH, reducir los decesos ocasionados por este padecimiento y eliminar la discriminación”.
En este sentido el organismo que encabeza el ombudsman Raúl Plascencia Villanueva destacó la necesidad de fortalecer las políticas educativas para evitar más contagios y propiciar un trato digno a las personas con esta condición de salud.
Se indicó que una de las acciones que ha emprendido la CNDH para sensibilizar a la población sobre este padecimiento, es el Programa de Promoción de los Derechos Humanos de las Personas que Viven con VIH y/o sida, que busca cambiar la percepción que se tiene sobre la enfermedad debido a la falta de información y a terminar con la estigmatización de la que son objeto en hospitales, escuelas y centros laborales.
De enero a noviembre, el programa ha editado y distribuido más de 381 mil materiales con información dirigida a grupos en situación de vulnerabilidad como niños, mujeres embarazadas y trabajadores sexuales; además de que se ha capacitado a seis mil 461 personas que viven con este padecimiento, así como a dos mil 069 servidores públicos del Sector Salud, educativo y de igualdad de género que participan en la lucha contra el sida.
Logran control parcial de internos contagiados
En tan sólo dos años, el Programa de Atención a Internos con Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) ha logrado un control parcial de la proliferación del virus en cárceles del Distrito Federal, se ha disminuido la mortalidad por esta causa y se ha beneficiado a la población en general al reducir las posibilidades de contagio a través de los internos.
Florentino Badial, encargado del programa explica que todos los casos de internos con VIH son concentrados en el dormitorio 10 de la Penitenciaría de Santa Martha Acatitla, donde se atiende hasta ahora a 126 internos. Los beneficios, explica, son: “Mejor calidad de vida y salud de los internos, menos complicaciones porque, que un paciente esté indetectable reduce la posibilidad de que infecte a otras personas”.
El programa de atención y detección dentro de las cárceles se ofrece a través del Programa Ponte a Prueba, en un paquete de estudios de detección de VIH, hepatitis B, tipo C, sífilis, diabetes e hipertensión.
Hasta ahora se han ofrecido en seis centros: los femeniles de Santa Martha y Tepepan, los reclusorios Norte, Sur, Anexo Oriente y Centro de Readaptación Social Varonil.
Nathalie Gras, subdirectora de Información y Análisis de la Clínica Condesa, explicó que “someterse al programa es voluntario, y se ofertó a internos y personal de seguridad.
De acuerdo con los resultados, “la prevalencia de infección por VIH en cárceles es de 1%, quiere decir que hacia el final del programa además de los 126 internos que ya están en Santa Martha y otros 50 ya detectados y en espera de ser trasladados, se espera detectar al final del programa de 300 a 400 internos con VIH”, aseguró Florentino Badial. Los resultados, dice el especialista, han sido buenos desde que los internos reciben su tratamiento en la Penitenciaría. Antes eran trasladados a la Clínica Condesa y no había un apego al tratamiento.
En 2008 hubo 10% de mortalidad por causas relacionadas con VIH, y en 2010 cuando los servicios de la Clínica Condesa se integran a la Penitenciaría sólo hubo una muerte relacionada con el virus.
FRASE
"Vivir con VIH es aprender a vivir, no significa que me voy a morir, aprendo a cuidarme y a cuidar a los demás "
Alfredo, interno más antiguo del dormitorio 10 en Santa Martha Acatitla.
PORCENTAJES
El programa en las cárceles
90% de los internos inscritos en el programa, en dos años de operación acuden puntuales a recoger su tratamiento antirretroviral en la farmacia.
88% de los pacientes están con carga viral indetectable, es decir con menos de 400 copias del virus en la sangre, y su estado es controlado.
90% de los internos que están en tratamiento e indetectables difícilmente transmitirán el VIH a sus parejas, dentro o fuera de reclusión, lo que arroja un gran beneficio de salud pública.
93% de la población femenil accede a someterse a las pruebas.
80% de los hombres también se hace el estudio, lo que da una participación alta.
TESTIMONIO
Gracias a Dios los compañeros ya no se mueren
Es el dormitorio 10, el lugar asignado para 126 internos de la Penitenciaría de Santa Martha, quienes son seropositivos. “Está hasta el final”, dice un interno mientras señala a lo lejos la ubicación. Para llegar se debe cruzar el patio, donde la comunidad penitenciaria trabaja, come, juega, conversa o se mantiene en la soledad de la prisión.
Las paredes eran blancas, pero la mugre las invadió. Un custodio aguarda a la entrada mientras un par, o quizá tres reos, se asoman por una diminuta rendija desde la “celda de castigo”. “Órale ca… ¿qué no ves que se está tirando el agua?”, gritan desde dentro y son ignorados.
Se escucha música, los reos entran y salen, toman el sol y uno que otro come desinteresadamente muy cerca de un altar a la Virgen de Guadalupe.
Alfredo es uno de esos internos del dormitorio 10. Desde hace 16 años está recluido en la Peni, como le dicen todos a esta prisión. Llegó a los 18 años, ahora ya tiene 34, la razón: homicidio.
“Cometí el delito porque una persona abusaba de mí y de mi hermano cuando estábamos chicos. De mí el abuso empezó como a los 10 años, luego, a los 14 me enteré que a mi hermano le hacía lo mismo y me tardé; fue hasta los 18 cuando le quité la vida a quien abusaba de mí y me contagió de sida”.
Al llegar a la Peni, Alfredo se enteró que era portador del Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) y sin saberlo había contagiado ya a su novia, quien estaba embarazada. Su hijo, Bryan a quien no conoce, ya tiene 16 años y está sano. Esa es la razón por la que Alfredo sigue luchando.
Alfredo se sabe un luchador que no va desistir. “No puedo bajar la guardia, he sobrevivido a muchas cosas; llevo 16 años en la penitenciaría, llegué aquí chiquito y me la tuve que rifar hasta porque querían abusar de mí”.
Es el que más años lleva en el dormitorio 10, “todos los demás ya se murieron. Los que están aquí son de 2000 para acá y yo soy del 95”. Durante estos años, dice, ha visto morir a causa del virus a más de 300 compañeros a causa del virus.
“Ahora le doy gracias a Dios porque los compañeros ya no se mueren, no sé si es más conciencia, más información o el tratamiento, pero ya no es tan común. Antes dos personas al mes se morían, ahora una al año desde que llegó la Clínica Condesa”.
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