México

Ramírez Acuña y su poder concluido

El ex gobernador volverá de esta aventura como un ex diputado más, sin logros y sin poder

El 3 de agosto, una lectora de esta columna, Ana Paula de la Torre, hizo el favor de dirigir un correo electrónico a este autor para opinar sobre el aparente poder de los periodistas. Exigía, en calidad de leyente —lo cual se le agradece siempre— tomar en cuenta que informar no debe ser sinónimo de escandalizar.

De aquel mensaje suyo, retomado para reiterarle gratitud por su atención, vale la pena partir para sugerir una reflexión en torno a otro tipo de poder, el político, que un ex gobernador jalisciense, hoy diputado federal, ejerció durante un año en la Cámara baja.

Francisco Javier Ramírez Acuña dejó de ser el presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados; su poder como máximo representante formal de los 500 legisladores está concluido, y ahora que la atención se dirige a la siempre enorme y siempre urgente agenda legislativa que los diputados no consiguen atender, por falta de capacidad o interés (o por ambos), vale preguntar: ¿qué hizo Ramírez Acuña?

Fijar el análisis en este político no es, aunque lo parezca, un ejercicio inútil. El ex gobernador es uno de los más identificables diputados federales y compitió en el Distrito 10, en Zapopan, para ocupar un escaño. Fue la suya una estrategia desacostumbrada, pero no desprovista de lógica pragmática para un hombre que como él, escaló hasta ser secretario de Gobernación... también por un año. Hasta que el ascenso cesó de golpe.

Ramírez Acuña, por los méritos de 48 mil 731 votos que consiguió entre los sufragantes zapopanos que lo beneficiaron, reemprendió nuevamente el camino de la fortuna política. Desde abajo otra vez, pero ahora como líder de un grupo político que en el año 2009 todavía no se desmoronaba, llegó a San Lázaro decidido a luchar por la coordinación de todos los diputados de Acción Nacional y de ahí, quién sabe, hasta la candidatura del PAN a la Presidencia de la República. Así de simple y evidente era su apuesta. En la batalla política lo derrotaron Josefina Vázquez Mota, el Presidente Calderón y los grupos dominantes del PAN en la capital del país, que si bien respetan su trayectoria, no están dispuestos a regalarle nada.

A cambio, consiguió la consolación de presidir la Mesa Directiva, un cargo aparentemente inocuo, pero revestido de presupuesto y poder. ¿Pero lo aprovechó? Si se atiende a su “carrera política” la respuesta es no. En cambio, como servidor público, ¿qué cuentas rinde? La Ley Orgánica del Congreso anota en su artículo 22 que Ramírez Acuña fue “expresión de la unidad” de los diputados y veló por la “eficacia en el cumplimiento de las funciones” de la Cámara. Pasaron 12 meses y los diputados ni están unidos, ni son eficaces. El ex gobernador volverá de esta aventura como un ex diputado más, sin logros y sin poder.

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