México
¿Quién los mató?
Nadie ha respondido interrogantes fundamentales en el caso de los jóvenes de Juárez acribillados en una fiesta, y del asesinato de trabajadores del consulado de El Paso
Luego del inusitado elogio de Hillary Clinton al Gobierno de Felipe Calderón —en la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico—, solamente faltó que la comitiva del Gobierno de Obama prometiera enviar a México a los siempre eficaces muchachos de CSI y Criminal Minds, de las exitosas series televisivas que, vale decirlo, siempre ganan a los malos.
Y es que más allá del espectáculo mediático que detonaron, nadie sabe nada sobre los criminales que ultimaron a un puñado de jóvenes en Ciudad Juárez, a empleados del consulado de El Paso, a los estudiantes del Tec y la aparente ejecución de un presunto narcomenudista detenido, llevado a un hospital y que apareció muerto.
Nadie ha respondido interrogantes fundamentales en el caso de los jóvenes de Juárez acribillados en una fiesta, y del asesinato de trabajadores del consulado de El Paso. ¿Quién ordenó las muertes? ¿Quién jaló el gatillo? ¿Por qué matarlos? ¿Eran parte o no de un grupo mafioso? Si eran, ¿de cuál grupo? Si los crímenes fueran parte de una de las exitosas series televisivas, ya habría pistas. Pero esos crímenes y esa ineficacia son la realidad mexicana. Y si nadie supo nada, seguro que nadie lo sabrá. Pero es distinto el caso de Jorge Antonio Mercado y Javier Francisco Arredondo, universitarios del Tec de Monterrey asesinados en medio del fuego cruzado entre mafiosos y militares. Y la pregunta obliga. ¿Quién los mató? Fernando Gómez Mont, secretario de Gobernación, dijo: “Cayeron en la línea de fuego del lado donde los soldados eran agredidos”. ¿Qué quiere decir Gómez Mont con esa declaración?
Resulta urgente que lo aclare, porque decir que “cayeron en la línea de fuego del lado donde los soldados eran agredidos”, no es sinónimo de que los mataron las balas de los criminales. Pudieron haber caído del lado de los soldados y haber muerto por las balas de los soldados. Pero además, no es ciencia ficción conocer el tipo de arma que disparó las balas asesinas. El problema aparece cuando en enfrentamientos como el ocurrido en terrenos del Tec, los militares controlan toda la escena del crimen. Nadie más tiene acceso.
¿Quién mató al presunto narcomenudista Humberto Márquez Compeán, detenido y llevado al hospital y que luego fue asesinado? Dos versiones se plantean las autoridades federales: se trató de una venganza de policías municipales y/o estatales, o fue silenciado para que no delatara a policías implicados con el narco. En cualquier caso es igual de cuestionable la justicia por propia mano, como el exterminio cómplice. ¿Y quién hará justicia?
En el camino
El doctor Norberto Tapia sale de Los Pinos y regresa a la dirección de Televisión Educativa. ¿Premio o castigo?
Y es que más allá del espectáculo mediático que detonaron, nadie sabe nada sobre los criminales que ultimaron a un puñado de jóvenes en Ciudad Juárez, a empleados del consulado de El Paso, a los estudiantes del Tec y la aparente ejecución de un presunto narcomenudista detenido, llevado a un hospital y que apareció muerto.
Nadie ha respondido interrogantes fundamentales en el caso de los jóvenes de Juárez acribillados en una fiesta, y del asesinato de trabajadores del consulado de El Paso. ¿Quién ordenó las muertes? ¿Quién jaló el gatillo? ¿Por qué matarlos? ¿Eran parte o no de un grupo mafioso? Si eran, ¿de cuál grupo? Si los crímenes fueran parte de una de las exitosas series televisivas, ya habría pistas. Pero esos crímenes y esa ineficacia son la realidad mexicana. Y si nadie supo nada, seguro que nadie lo sabrá. Pero es distinto el caso de Jorge Antonio Mercado y Javier Francisco Arredondo, universitarios del Tec de Monterrey asesinados en medio del fuego cruzado entre mafiosos y militares. Y la pregunta obliga. ¿Quién los mató? Fernando Gómez Mont, secretario de Gobernación, dijo: “Cayeron en la línea de fuego del lado donde los soldados eran agredidos”. ¿Qué quiere decir Gómez Mont con esa declaración?
Resulta urgente que lo aclare, porque decir que “cayeron en la línea de fuego del lado donde los soldados eran agredidos”, no es sinónimo de que los mataron las balas de los criminales. Pudieron haber caído del lado de los soldados y haber muerto por las balas de los soldados. Pero además, no es ciencia ficción conocer el tipo de arma que disparó las balas asesinas. El problema aparece cuando en enfrentamientos como el ocurrido en terrenos del Tec, los militares controlan toda la escena del crimen. Nadie más tiene acceso.
¿Quién mató al presunto narcomenudista Humberto Márquez Compeán, detenido y llevado al hospital y que luego fue asesinado? Dos versiones se plantean las autoridades federales: se trató de una venganza de policías municipales y/o estatales, o fue silenciado para que no delatara a policías implicados con el narco. En cualquier caso es igual de cuestionable la justicia por propia mano, como el exterminio cómplice. ¿Y quién hará justicia?
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