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¡Que renuncie Hillary y que cuelguen al gay!

Julian Assange, el fundador de WikiLeaks, lo pidió ya: Hillary Clinton debería renunciar

La diplomacia es el arte patriota de mentir por tu país.
Ambrose Bierce

Julian Assange, el fundador de WikiLeaks, lo pidió ya: Hillary Clinton debería renunciar, si se comprueba que ella ordenó a la burocracia del Departamento de Estado que espíe a funcionarios de la ONU.

A su vez, las voces más conservadoras de la política estadounidense ya piden que Bradley Manning, el soldado homosexual que robó la información de la diplomacia estadounidense en un CD que decía “Lady Gaga”, sea condenado por traición a la patria.

Los más de 250 mil cables que tienen en su posesión cinco periódicos de Estados Unidos, España, Francia, Alemania y Gran Bretaña están llenos de notas jugosas, sobre las preocupaciones de Hillary Clinton por cómo afecta el estrés a Felipe Calderón y a Cristina Kirchner, entre otros.

Chismes a un lado, los cables de WikiLeaks están causando alarmismos. La distribución de esos cables no significa una nueva Guerra Fría, ni es un cataclismo para la diplomacia, ni mucho menos el rompimiento de relaciones diplomáticas de varios países con Estados Unidos.

La gira de la secretaria Clinton por Kazajastán, Uzbekistán, Bahrein y Kirguistán, así como la visita sorpresa del presidente Obama a Afganistán demuestran que no se han roto los canales de la diplomacia.

Y sin embargo, es en la política interna de Estados Unidos donde estos cables podrían tener mayor eco. De entrada, porque ya hay varios grupos que se han montado en esta coyuntura para conectarla con una iniciativa que terminaría con el veto indirecto para que las personas gays y lesbianas puedan servir en el Ejército estadounidense.

El hecho de que el soldado que filtró los cables a WikiLeaks sea gay, ha ocasionado que quienes estén en contra de terminar con esa política discriminatoria la justifiquen bajo el argumento de que Manning es la prueba viva de cómo los homosexuales no son aptos para el servicio militar.

En segundo lugar, porque desde 1966 Estados Unidos ha instrumentado una política de acceso a la información pública a través de la llamada Ley de Libertad de Información (FOIA, por sus siglas en inglés).

El presidente Obama lanzó en enero de 2009 una iniciativa llamada Open Government, que busca profundizar el acceso a la información para la ciudadanía estadounidense.

La libertad de acceso a la información pública tiene sus enemigos en todos lados y la filtración de los documentos de WikiLeaks podría irónicamente causar un retroceso en los esfuerzos por transparentar más la información pública.

Finalmente, Hillary Clinton no es Henry Kissinger. La demanda de Assange de que se vaya Hillary no han tenido mayor eco en Estados Unidos ni en el mundo.

Después de todo, irónicamente Clinton incorporó la defensa de un internet libre en el mundo como eje de la política exterior de su país, a la vez de que bajo su liderazgo el Departamento de Estado lanzó la mayor estrategia de diplomacia pública para restaurar la imagen estadounidense en el mundo.

Hillary es una pieza fundamental del equipo de Obama, por lo que WikiLeaks no se antoja como el detonante de su renuncia.

Al final, dice mucho del mundo en el que vivimos hoy, el hecho de que en tiempos de Kissinger se organizaran golpes de Estado en América Latina desde la CIA, el Pentágono y el Departamento de Estado, y que hoy se indague sobre qué pastillas toma Kirchner para manejar el estrés…
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