México
Que nadie se quede en su casa
El 15 es para estar en una plaza en medio de empujones, cofraternizando con extraños hasta gritar varias veces juntos y a todo pulmón ¡Viva México!
A diferencia de las otras fiestas, en el Bicentenario y Centenario no hay detrás asuntos religiosos, ni santos patronos ni reyes magos, es la fiesta de la nación. ¿Cómo entonces el mismísimo organizador imagina que es un show para verse en el sofá de la casa? Hay una explicación, y es que Lujambio y todo este Gobierno le tienen miedo a la gente en las calles. Se asustan. Además parecen no entender la fiesta y quizá por eso no supieron aprovechar la ocasión para mandar un gran mensaje y motivar un cambio de ánimo en el país, quizá por eso descuidaron la organización y se quedaron sin monumento y ahora angustiados se juegan todo en una noche en la que se gastaron 700 millones de pesos.
¿Un desfile para la tele? ¿Acaso lo importante es qué tan acomodados estamos para verlo? El desfile sólo puede ser un símbolo, un mensaje que desde el Centro se envía a todo el país. Sólo si fue concebido como simple espectáculo es que importa cuántos lo puedan ver en vivo o desde la comodidad de sus casas.
El 14 de julio de 1989 me tocó estar en París, en el bicentenario de la Revolución Francesa. Como todos los años, hubo un desfile en los Campos Elíseos. Pero esa vez fue distinto.
Encabezaba la marcha un grupo de chinos con el paliacate en la cabeza que habían usado los manifestantes de la plaza de Tian’anmen, que recién habían sido reprimidos por el gobierno de Beijing. Les seguían contingentes de varias partes del mundo. El mensaje era claro: la revolución francesa al consagrar la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano había sido un triunfo de los franceses a nombre de toda la Humanidad. Eso es lo que quiso recordar el entonces presidente socialista Francois Mitterand. El cupo, como diría el secretario Lujambio, era limitado y, sin embargo, todo París hervía de gente, de orgullo y de emoción.
Más allá del asunto del dinero que se gastaron, más allá de los problemas de organización, esperemos que este próximo 15 haya una auténtica fiesta en las calles y que del desfile se desprenda un mensaje poderoso. Ojalá.
Síguenos en