México
¿Qué más tiene que pasar?
Pensar en el desarrollo del país significa, bajo esta premisa, hacer a un lado consignas, procesos y enconos, sin duda en muchos casos justificados
No hay manera de ver más allá de elecciones o de momentos coyunturales. Pensar en el desarrollo del país significa, bajo esta premisa, hacer a un lado consignas, procesos y enconos, sin duda en muchos casos justificados. El bien mayor empieza y termina en la defensa de intereses particulares o en un protagonismo enfermizo. El país está cerca del límite. No lo va a salvar la mirada carente de rigor y complaciente del Gobierno.
Un día nos dicen que la economía anda en recuperación, otro en desaceleración y al siguiente que anda en recesión.
Mientras no haya una voluntad manifiesta, el futuro seguirá siendo este brutal presente. Nadie va a resolver los problemas sólo con llegar a Los Pinos. Si no tiene la voluntad de integrar al país, lo que hoy vivimos va a ser un juego de niños. Vamos a terminar más divididos, a lo que hay que sumar el gran problema que cruza el país de lado a lado y que hoy ya agobia, abruma y somete: el narcotráfico.
La importancia de pensar en la búsqueda de darle vuelta a la página es imprescindible. Se trata de construir y para ello se requiere de un gran esfuerzo que nos lleve más que a la competencia obsesiva a la cooperación sistemática. No le estamos jugando al “todos seamos amigos”. Hay que crear las bases de un cambio porque en el fondo hacerlo no es sólo una necesidad, es un tema de sobrevivencia. Divididos ya estamos, la clave ahora es saber hasta dónde le vamos a seguir en la confrontación como forma de vida. Vivimos, además, en medio de la rentabilidad del escándalo. Va de nuevo: ¿qué más tiene que pasar?
¡Ouuuchchchch!
Aseguran que se bajó de la camioneta, se identificó y en ese momento aparecieron entre los árboles como 30 pistoleros. Le dispararon, lo remataron, le cortaron la mano y la aventaron a un lado de su cuerpo.
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