México

Punto de inflexión

Al igual que otros lamentables hechos que han marcado la historia de Guadalajara, la diferencia en hacerle frente a esto que nos puede llegar a paralizar, somos nosotros

Es la primera vez que me pesó la mano para tomar el picaporte de la puerta de mi casa, abrirlo y salir a la calle con la incertidumbre de saber qué esperaría del miércoles y si estaría de regreso, como muchos otros lo hicieron una noche antes, presa del miedo y pánico. ¿Regresaría?

Y después del respiro profundo, tomé el camino al trabajo y luego observé con detenimiento a los integrantes de la postal urbana de cada mañana.

 Ahí estaban puntuales a la cita, tratando de ver el número de camión que se aproximaba a la esquina, otros corriendo por la calle para alcanzar a llegar al otro lado antes de que la luz del semáforo se pusiera en verde. Los comercios abrían.

Una multitud rodeaba ansiosa algo que no se podía ver con facilidad. ¿Se trataba de un accidente o una ejecución? Nada de eso, era un puesto de tamales con un dueño visiblemente contento por atender a los deudores del Día de la Candelaria. .

Ha llegado el momento que el politólogo e historiador Isaiah Berlin definió como el punto de inflexión, un cambio de actitud en donde se toma una decisión y no hay retorno.

Es un cambio drástico. El término —que también se utiliza en matemáticas— es complejo, llevado al terreno de la simplicidad se trata del instante en que algo se hace irreversible e imparable.

Lo ocurrido en la ciudad la noche del martes arrojó muchas reacciones: miedo, tensión, pánico, impotencia… la lista es larga.

Pero también permitió sacar la fuerza que mueve una ciudad, ese impulso que sólo logra la gente que vive en ella.

Estamos en ese momento. Al igual que otros lamentables hechos que han marcado la historia de Guadalajara, la diferencia en hacerle frente a esto que nos puede llegar a paralizar, somos nosotros.

No podemos dejar todo el peso a las autoridades. Que ellas hagan su trabajo, que lo hagan bien y que respondan, para eso están ahí, sin embargo, como ciudadanos debemos continuar reforzando las bases que sostienen la familia, los amigos, la cuadra, la colonia, el municipio.

Las opiniones de personas que como usted y yo queremos a esta ciudad, fueron una muestra de lo que podemos lograr, si nos lo proponemos.

Por la radio una señora decía convencida: “Sí, tengo miedo, pero no voy a vencerme, por eso estoy llevando a mis hijos a la escuela como todas las mañanas”; una más también fue clara: “Los tapatíos no lo merecemos, además de criticar a la autoridad, hay que evaluar qué nos pasa como sociedad, también nosotros en casa con nuestros hijos y hermanos platicar, saber qué hacen, qué les pasa, debemos hablar con nuestros vecinos y reconstruir nuestras relaciones.

 Somos más los buenos y no nos vamos a dejar”. Punto final: Ante la resistencia, fortaleza.
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