México
Prensa y narcotráfico
Que un buen número de los medios de comunicación, principalmente la televisión, hayan optado por una código común para cubrir los temas de violencia derivada del narcotráfico es, sin duda, una buena noticia
Que un buen número de los medios de comunicación, principalmente la televisión, hayan optado por una código común para cubrir los temas de violencia derivada del narcotráfico es, sin duda, una buena noticia. Ninguno de los compromisos que se tomaron es extraordinario, son de librito: es lo que la literatura sobre ética periodística ha reflexionado a los largo de años, y es lo que recomiendan las instituciones de promoción de la libertad de expresión y calidad (varios medios, entre ellos EL INFORMADOR, habíamos adoptado ya medidas claras y más específicas en el tratamiento de este tema). Sin embargo, el valor de este acuerdo está en que los competidores dejen de competir por la sangre. En la lucha por el “raiting”, las dos grandes cadenas televisivas habían entrado en un espiral de violencia en sus noticieros del que ya no sabían cómo bajarse, y arrastraron a esta vorágine a un buen número de medios radiofónicos e impresos.
En qué momento los medios decidieron que no había nada más importante en el país que los muertos del día.
En Nueva York hay más o menos 500 muertes violentas al año y no son nota de primera plana ni apertura de los noticieros. ¿Por qué las televisoras mexicanas y algunos medios impresos decidieron que, disculpen el pleonasmo, los muertos mataban todo? Fueron muchos factores, y la pésima estrategia de comunicación de la Presidencia de la República tuvo mucho que ver en esto, pero el elemento fundamental fue cuando las televisoras descubrieron que un excelente argumento de chantaje para vender “acuerdos de cobertura” en los estados era mostrar como nota importante, cuando no la primera, los ejecutados del día en un Estado.
El siguiente paso es que el Gobierno federal y los gobiernos de los estados asuman también su compromiso en el tema de comunicación. No hacer alarde en los anuncios de los capos detenidos, mucho menos de cómo éstos mataban a sus víctimas; no mostrar los elementos de lujo con los que viven los capos detenidos y, sobre todo, no mostrar a los narcos en ruedas de prensa. El acuerdo es un buen principio, pero falta mucho.
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