México

Por los niños y las madres

Hay dos personajes en nuestras vidas que nos conmueven casi a todos: los niños y la madre

Hay dos personajes en nuestras vidas que nos conmueven casi a todos: los niños y la madre. En eso no hay negociación, son asuntos intocables que demandan el mayor de los respetos. En esta época del año, apenas vamos saliendo del tema infantil y ya estamos pensando en la madre (influidos también por un asunto comercial), finalmente terminamos rendidos ante la debilidad de nuestras emociones, pensando que ambos reconocimientos no deberían ser un solo día, sino todo el año.

La vida de ambos —niños y madres— acontece en la ciudad (para la mayor parte de los habitantes del planeta), lo que pasa en ella los afectan directamente; hoy nos damos cuenta que en gran medida en ciudades como la nuestra, muchas decisiones tomadas no han sido las adecuadas. El pedagogo italiano Francesco Tonucci menciona que: “ La ciudad pareciera estar mucho más preocupada por los niños, porque hace muchas cosas para ellos. Pero, efectivamente provoca que los niños se queden de lado. Se crean espacios exclusivos para chicos porque es una manera para alejarlos de la vida común”, cuando lo que realmente desean los niños es compartir los espacios públicos de la ciudad. Recordé las imágenes de una infancia donde no deambulaba el fantasma de la inseguridad, ni el del peligro vehicular; jugábamos en la calle y nos escondíamos en los baldíos, la bicicleta era una incansable compañera de todos los días que no requería ni cadena ni ciclopuertos, los balones en parques o calles, eran capaces de convocar a decenas de niños.

Esos tiempos que hacían saborear la ciudad a partir del barrio o la colonia se han ido. En una entrevista publicada esta semana en “El País” a Jacques Herzog, socio de una de las principales oficinas de arquitectura del mundo, cuenta que: “Los niños que jugaban en la calle cuando yo era pequeño eran más espabilados que los que jugaban encerrados en un jardín privado. Hoy, incluso en Suiza, muy poca gente juega en la calle. Y eso transforma las ciudades.” El problema no es sólo nuestro, pero sí la búsqueda de opciones y soluciones.

Inseparable del asunto de los niños es de las madres, en quienes nos toca pensar ahora en la víspera de su celebración. Evitando caer en la descripción cariñosa que me inspira el tema y en el que me declaro un gran afortunado y un eterno agradecido, considero que si además de pensar en los niños cuando construimos la ciudad, pensamos también en las madres —al menos en la de cada uno—, seguramente reflexionaríamos dos veces antes de poner en riesgo su salud, su seguridad o hasta su vida.

Hoy todavía estamos a tiempo de influir como ciudadanos en algunas decisiones; proyectos y obras que tienen recursos del fondo metropolitano, los ayuntamientos o Gobierno del Estado, pueden ser revisados y favorecer espacios públicos, movilidad no motorizada y medio ambiente, seguramente estos esfuerzos se verán recompensados con la felicidad de los niños y la mirada orgullosa de una madre.
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