México
Política, ¿Justicia y Excelencia?
Ya sabemos muy bien o muy mal que el hombre es un ente político, que por tanto tenemos que ser explícitos porque vivimos en sociedad
Ya sabemos muy bien o muy mal que el hombre es un ente político, que por tanto tenemos que ser explícitos porque vivimos en sociedad, y también porque es una explícita condición de los seres humanos, ser políticos, actuar en política, manejar la política, configurar una doctrina política, alcanzar un propósito.
Se habla asimismo de políticas publicas; de políticas económicas, y tal parece que la política, como ciencia, como arte es el “sésamo ábrete” donde encontrar las soluciones correctas que conduzcan irremediablemente al bienestar común, generalizado para todo mundo sin distinción de ninguna especie.
El hombre es un animal político, dicen que dijo cierto filosofo griego, y que ellos, los griegos, fueron los creadores de este extraño artilugio que en los tiempos modernos se ha convertido en un autentico modus vivendi para muchos que se creen auténticos conductores de masas, pero en realidad a la política, gran artilugio de la mente humana, la han convertido en un medio turbio capaz de tergiversar los fines de algo tan sublime, tan sutil, tan creativo.
Sin embargo, los tiempos actuales, éstos de la modernidad o posmodernidad están sumergidos en un caos indescifrable, porque sencillamente, si el principio político por excelencia permanece incólume, la ideología que lo sustenta ha sido objeto de un total deterioro, o mejor dicho, de una absoluta destrucción. La izquierda y la derecha, y también el centro, carecen absolutamente de una ideología que vaya de acuerdo con sus respectivos principios ideológicos, y esto sucede a raíz del derrumbe de la Unión Soviética hace ya un buen rato, y por lo que podemos subrayar que fue el inicio, al parecer irreversible, del deceso de la ciencia política como tal, y así lo plantea César Cansino en reciente libro, en donde con conocimiento de causa, trata de analizar el porqué de la devastación del pensamiento político, como doctrina y como ciencia. Algo que al parecer resulta increíble, que esos planteamientos clásicos de los filósofos griegos, y también las doctrinas maquiavélicas hayan sido deterioradas por el impacto de lo que bien pondría llamarse el fin de la historia, y que comprende también los ideales de la Revolución Francesa, y de la misma filosofía marxista, razón de ser del pensamiento de izquierda.
El libro de Cansino es un clamor desesperado por este hecho tan fuera de toda razón, cuando el autor analiza este referente contemporáneo ciertamente transgresivo, acerca de la política y las diversas posibilidades para analizarla y pensarla en toda su complejidad,
Si revisamos el texto de este libro, con asombro encontraremos un argumento polémico pero de gran honestidad intelectual: la ciencia política dominante en el mundo actual no tiene rumbo y camina con pies de barro, le ha dado la espalda a la vida, es decir, a la realidad política que es la esencia de lo humano por antonomasia, Desconectada de la vida social y cultural de los pueblos, colonizada por métodos propios de otras disciplinas, ahogada por el dato duro y encorsetado, y si se quiere demagógico, por los efectos de la hiperespecialización, agoniza, se desmorona, se desintegra, se convierte en algo caótico y sin rumbo ni sentido. De ella sólo pueden brotar datos inútiles e irrelevantes. El pensamiento, la sabiduría política se ha extraviado, hay que buscarla en otra parte.
Vemos con incertidumbre, como la ciencia política ha sido incapaz hasta ahora de captar siquiera la novedad que introduce la democracia como forma de organización social y política en la era moderna. En principio, el gran desafío que plantea la democracia al pensamiento –y que nunca se cuestionó la ciencia política-, es la crisis de representación que le es inherente y con ella la emergencia de una nueva sociedad que aspira al bienestar para todos. Ahí reside pues la importancia de las tesis que el Prof. Cansino detecta en el trabajo que comentemos los signos ominosos de una ciencia social que supuestamente ostenta el monopolio de la verdad sobre la vida política, y que ofrece las reglas respectivas para su actuación, y ofrece, por lo tanto, un diagnostico sin complacencias, sumado a interrogantes incomodas o molestas –“la verdad no peca, pero incomoda”-. ¿Está la ciencia política en condiciones, de acuerdo con tiempos complejos como los actuales, para enfrentar los desafíos que le propone la democracia? He ahí el gran reto, que el mismo Cansino nos deja de tarea...
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