México
Peña Nieto: la caída
Enrique Peña Nieto, ya rebasó todos los límites posibles de crecimiento; llegó al techo
Enrique Peña Nieto, ya rebasó todos los límites posibles de crecimiento; llegó al techo.
Es decir, ya no sólo es el más popular, no sólo es el más votado de todos los presidenciables, e incluso ya no sólo es el fugado al que todos pretenden derribar. No, el techo presidenciable al que ha llegado Peña Nieto hoy es motivo, incluso, de las más descabelladas alianzas electorales; como las de Oaxaca, Hidalgo, Puebla, Sinaloa y Durango; más las que se acumulen de aquí a julio próximo.
Y es que la potencial candidatura presidencial de Peña Nieto, y un eventual triunfo del PRI en julio de 2012, han reeditado entre toda la clase política mexicana el llamado Tucom que se enderezó en los previos de 2006 contra Roberto Madrazo. Hoy la moderna versión del cuento se podría llamar “Todos Unidos Contra Peña Nieto”.
El PAN de Germán Martínez —primero—, y luego el de César Nava, colocaron al mandatario mexiquense como blanco de todos los ataques azules. El objetivo del partido en el Gobierno era —y es— tirar a Peña Nieto. El PRD de Jesús Ortega, el FAP de López Obrador y el DIA de Manuel Camacho y de Marcelo Ebrard, tienen como objetivo único —alianzas contranatura de por medio— tirar a Peña Nieto. Intramuros del PRI, todos aquellos que no son parte de los grupos dominantes, también contribuyen a tirar a Peña Nieto.
¿Por qué todos intentan derribar al gobernador mexiquense? ¿Por qué el reflejo compulsivo de verlo caer? La razón parece elemental. Si Peña cae del elevado nivel de voto y popularidad que atesora, todos —incluso la chiquillería— entran al rango de aspirantes con posibilidades. Más claro: hoy es tanta la ventaja que lleva el fugado Peña Nieto ante el resto de presidenciables, que de seguir esa tendencia pocos tendrían posibilidades reales de ganar en 2012. Si Peña queda fuera de la competencia, desaparece esa distancia y cualquiera pudiera ganar.
Pero son muchos los indicios de que la conspiración también sale del equipo de Peña Nieto. Pareciera que entre los estrategas del mandatario nadie se ha percatado que desde hoy y hasta antes de arrancar la etapa de proselitismo legal —por marzo de 2012—, la popularidad y voto de Peña ya no van a crecer de manera significativa. Como llegaron al techo y al límite, más bien tienden a bajar. Por eso resultaron contraproducentes y ofensivas estrategias como anunciar la boda del gobernador en Roma, ante Benedicto XVI, y excesos como las monografías en donde aparece como seguro presidenciable a 2012. La verdad, guste o no a los tricolores, asistimos a la caída de Peña. Al tiempo.
La popularidad e intención del voto que atesoró desde el inicio de su mandato el gobernador mexiquense,
Es decir, ya no sólo es el más popular, no sólo es el más votado de todos los presidenciables, e incluso ya no sólo es el fugado al que todos pretenden derribar. No, el techo presidenciable al que ha llegado Peña Nieto hoy es motivo, incluso, de las más descabelladas alianzas electorales; como las de Oaxaca, Hidalgo, Puebla, Sinaloa y Durango; más las que se acumulen de aquí a julio próximo.
Y es que la potencial candidatura presidencial de Peña Nieto, y un eventual triunfo del PRI en julio de 2012, han reeditado entre toda la clase política mexicana el llamado Tucom que se enderezó en los previos de 2006 contra Roberto Madrazo. Hoy la moderna versión del cuento se podría llamar “Todos Unidos Contra Peña Nieto”.
El PAN de Germán Martínez —primero—, y luego el de César Nava, colocaron al mandatario mexiquense como blanco de todos los ataques azules. El objetivo del partido en el Gobierno era —y es— tirar a Peña Nieto. El PRD de Jesús Ortega, el FAP de López Obrador y el DIA de Manuel Camacho y de Marcelo Ebrard, tienen como objetivo único —alianzas contranatura de por medio— tirar a Peña Nieto. Intramuros del PRI, todos aquellos que no son parte de los grupos dominantes, también contribuyen a tirar a Peña Nieto.
¿Por qué todos intentan derribar al gobernador mexiquense? ¿Por qué el reflejo compulsivo de verlo caer? La razón parece elemental. Si Peña cae del elevado nivel de voto y popularidad que atesora, todos —incluso la chiquillería— entran al rango de aspirantes con posibilidades. Más claro: hoy es tanta la ventaja que lleva el fugado Peña Nieto ante el resto de presidenciables, que de seguir esa tendencia pocos tendrían posibilidades reales de ganar en 2012. Si Peña queda fuera de la competencia, desaparece esa distancia y cualquiera pudiera ganar.
Pero son muchos los indicios de que la conspiración también sale del equipo de Peña Nieto. Pareciera que entre los estrategas del mandatario nadie se ha percatado que desde hoy y hasta antes de arrancar la etapa de proselitismo legal —por marzo de 2012—, la popularidad y voto de Peña ya no van a crecer de manera significativa. Como llegaron al techo y al límite, más bien tienden a bajar. Por eso resultaron contraproducentes y ofensivas estrategias como anunciar la boda del gobernador en Roma, ante Benedicto XVI, y excesos como las monografías en donde aparece como seguro presidenciable a 2012. La verdad, guste o no a los tricolores, asistimos a la caída de Peña. Al tiempo.
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