México

Partidos disputan presupuesto

A la ciudadanía no le importa la ideología partidista que tenga, sino los resultados que ha obtenido a lo largo de su participación en el sector público, político yo social

Todos los hechos confesables —esto es, los que en apariencia no “embarran” directamente a terceros— han salido a la luz pública desde hace semanas, no obstante, el subterfugio que en este país permiten las leyes y sus “lagunas” dan como resultado que a la fecha no se haya decidido qué se hará con titular de la Auditoría Superior de Hacienda (ASH) en el Congreso del Estado.

Aunque la lógica y los analistas en la materia señalan que debe de salir y ser sancionado, los legisladores de todas las fracciones parlamentarias se han contenido de dar el siguiente paso, porque finalmente de lo que se trata es de una vulgar disputa de un, ése sí, nada despreciable presupuesto que significa la ASH, con todo lo que ello implica en materia de “arreglos por debajo de la mesa”; trabajos de “encuadre” de cifras para las cuentas públicas de los $$amigos$$; atractivos sueldos, colocación de sus seguidores en las diferentes direcciones, entre otras muchas, muchísimas canonjías que involucran cantidades millonarias que cada día parecen no saciar la ambición de todos los involucrados.

La determinación —o el conocimiento mismo— de culpas y/o responsabilidades en que incurrieron diputados de la actual o anteriores legislaturas —aunque sea por omisión— de todas las fracciones parlamentarias, es otra de las razones por las cuales han dado largas a la decisión, pero sobre todo porque no han llegado a un acuerdo acerca de quién o quiénes debieran de tomar las riendas de ese órgano supervisor.

Entre los nombres que hoy se barajan hay personas que se pueden calificar —al menos desde lejos— como decentes, pero no estoy convencido de que eso sea lo que los diputados andan buscando, pues recuerdo que cuando se iba a elegir al responsable de la ASH en la ocasión anterior, de igual forma se presentaron varias propuestas de diversos sectores de la sociedad y en aquella ocasión hubo una persona que incluso lograba el consenso de la mayoría —Bernardo González Flores—, sin embargo, por causas desconocidas, tal vez por el sospechosismo derivado del hecho de que todos los actores lo veían bien, al final se quedó en la raya.
El caso es que sin necesidad de muchos tecnicismos, a estas alturas ya deberían de existir reglas claras y concisas para elegir “al bueno”.

El perfil de quien debiera de ocupar tan alta responsabilidad tiene que iniciar con honestidad, para luego continuar con verticalidad, experiencia administrativa, compromiso social y sobre todo: carácter —para decirlo elegantemente—.

A la ciudadanía no le importa la ideología partidista que tenga, sino los resultados que ha obtenido a lo largo de su participación en el sector público, político y/o social, porque aquí ya no se trata de capacidad para negociar, sino de dar resultados positivos y transparentes.
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