México

Partidos bloquean participación ciudadana

Todo hace suponer que con candidaturas o sin ellas, la ciudadanía seguirá posicionándose de las banderas que antaño tenían monopolizadas los partidos políticos

Aunque a algunos de los partidos políticos que cuentan con el registro para poder recibir recursos económicos del erario por hacer lo que se supone es su razón de ser y lo que más les gusta hacer, no les ha quedado otra que inscribir a uno que otro ciudadano como candidato en algunas de las elecciones, empero, la verdad es que en el fondo todos se oponen a las candidaturas ciudadanas —fuera de la franquicia—, porque saben bien que en cuanto les abran la puerta será muy difícil que “los de siempre” sigan de “chapulines”.

Sin embargo, todo hace suponer que con candidaturas o sin ellas, la ciudadanía seguirá posicionándose de las banderas que antaño tenían monopolizadas los partidos políticos, sobre todo porque en la mayoría de las organizaciones ciudadanas se puede uno encontrar con gente valiosa, dinámica y honesta, que ofrece mejores resultados que quienes reciben un sueldo más que desproporcionado por lo que dicen hacer a favor de las causas sociales.

Por supuesto que, como en todo, nunca habrán de faltar los “prietitos en el arroz” que luego de llegar a una posición, sienten que cuentan con todos los méritos habidos y por haber y que por tanto pueden enriquecerse a costa del erario, para luego incursionar a las ligas mayores, tras lo cual el círculo vicioso volverá a reiniciarse mientras que las generaciones en turno se los permitan o se los impidan.

De ahí pues la disyuntiva: se confía en las nuevas generaciones de políticos que hasta ahora han seguido los mismos pasos que sus antecesores, a los que ahora ellos desdeñan y los tildan de anticuados, o se confía en los ciudadanos que mediante acciones de resistencia civil, de programas de acción, de planeamientos objetivos y propuestas —al menos razonables— vienen dándose a conocer y ganando la confianza de la gente, llámense junta de colonos, asociación civil, fundación o como se llame, lo importante es que se trate de organizaciones con esquemas de gobernabilidad plural, mixta y respetuosa de las buenas costumbres.

El pero que nunca falta, tiene que ver con: hasta cuándo los partidos políticos se verán obligados a permitir que los ciudadanos comunes puedan acceder a los poderes que hoy en día acapara el sistema reservado sólo para los iniciados en alguna de las membresías existentes a la fecha.

Las voces que se han pronunciado al respecto en el ámbito nacional no han contado con la consistencia necesaria como para ser tomados en cuenta, toda vez que los intereses creados son bastante poderosos, y si no, pregúntenles a quienes se atrevieron a proponer al menos una cuota determinada —sólo existe en los discursos—, quienes se dan de santos con no haber sido expulsados.
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