México

Pan y circo

''Panem et circenses'' aludía expresamente a la costumbre de los emperadores romanos, de apaciguar el cuerpo de sus súbditos con alimentos baratos o regalados y de adormecer sus mentes con espectáculos

Desde que Juvenal, en el Siglo I de la era cristiana, acuñó la frase “Panem et circenses” (pan y circo), aludía expresamente a la costumbre de los emperadores romanos, de apaciguar el cuerpo de sus súbditos con alimentos baratos o regalados --el paternalismo de los gobernantes, como puede verse, no fue inventado por los regímenes “revolucionarios”... ni por los de “el cambio”-- y de adormecer sus mentes con espectáculos que les evitaran pensar en los asuntos que los ciudadanos eventualmente podrían cambiar por la fuerza de los votos, cuando era posible... o de las armas, cuando era necesario.

Napoleón, en el Siglo XIX, sin necesidad de estimular sus neuronas con la contemplación de las multitudes que concurrieron el sábado al espectáculo de “Jalisco en Vivo”, y a las que ni siquiera la tormenta que de improviso les cayó del cielo --literalmente-- apagó los ánimos, bordaba sobre la misma idea: “Los pueblos --sentenciaba-- necesitan fiestas brillantes, pues los tontos gustan del ruido, y las muchedumbres son tontas”.

*


Todo eso --los preparativos y el desarrollo de la fiesta sabatina en La Minerva-- sucedía mientras allá, a lo lejos, algunos personajes de la vida pública, estrechamente vinculados con el oficialismo, debatían acerca de un tema de trascendental importancia (“según San Lucas...”) para los sobrevivientes de los fastos del Bicentenario de la Independencia: las perspectivas de que el actual partido oficial refrende esa calidad en las próximas elecciones federales... o de que se produzca, ahora en beneficio del partido que durante 70 años mantuvo su hegemonía, en una especie de revancha, la tantas veces aplazada “alternancia”.

*

Cumplidos dos tercios --cuatro años-- del sexenio (vocablo cuya etimología, para evitar equívocos, no alude a lo que algunos malpensados suponen), y de conformidad con los calendarios que la tradición impone, ya asoman las narices los precandidatos. Para desgracia de los espectadores, ninguno que tome el lugar del que fue, casi durante tantos años como los que duró el PRI en el gobierno, y aun contra su voluntad, candidato independiente por antonomasia: Cantinflas.

(Una especie de reencarnación suya, por cierto, Francisco Everardo Oliveira Silva, por mal nombre “Tiririca”, cantante, compositor y humorista --versión brasileña de “Juanito”--, encabeza las encuestas entre los aspirantes a diputado por el estado de Sao Paulo, merced a su popularidad, por supuesto, pero también a una campaña alimentada por frases que se significan por una frescura rayana en el cinismo. Un ejemplo: “Quiero ser diputado federal para ayudar a los más necesitados..., incluida mi familia”. Y otro: “Pior do que tá, nao fica; vota Tiririca”: vota por  Tiririca: las cosas no van a empeorar aún más).
Síguenos en

Temas

Sigue navegando