México
PGR: ¿Incapacidad o encubrimiento?
En mes y medio de arduo trabajo los investigadores de la PGR concluyeron: Que esa noche hubo un enfrentamiento entre militares y sicarios. Lo sabíamos todos desde el día siguiente
Demostrar que los responsables no fueron los militares y no descubrir la verdad histórica de los hechos, ésa parece ser la tarea a la que se abocaron los investigadores de la PGR en el caso de los dos estudiantes del Tecnológico de Monterrey, Jorge Antonio Mercado Alonso y Javier Francisco Arredondo Verdugo, asesinados el pasado 19 de marzo.
La conferencia de prensa a la que citaron la noche del pasado 1 de mayo para dar a conocer los avances en la investigación y mostrar por primera vez el video, fue un auténtico chasco.
En mes y medio de arduo trabajo los investigadores de la Procuraduría General de la República (PGR) concluyeron:
Que esa noche hubo un enfrentamiento entre militares y sicarios. Lo sabíamos todos desde el día siguiente.
Que los jóvenes murieron por impactos de bala hechos a diferentes distancias. Y que “cuando menos en el caso del joven Jorge Antonio Mercado Alonso, uno de los impactos corresponde al calibre utilizado por la delincuencia organizada”. De los otros impactos “los fragmentos de las ojivas no resultaron ser útiles para confronta balística y por lo tanto no se determinó el calibre”.
Que la escena del crimen fue manipulada. Eso también ya se sabía. Las autoridades de Nuevo León y el mismo rector explicaron desde el día siguiente que los militares habían impedido el paso de cualquier autoridad al lugar de los hechos durante un par de horas. La PGR se limita a pasarle la bolita a las autoridades militares para que deslinden responsabilidades sobre esa manipulación.
Y el video que tanto se tardaron en dar a conocer no muestra absolutamente nada. La madre de uno de los jóvenes asesinados dijo que el secretario de Gobernación le avisó previamente que se trataba de un video duro, que se preparara sicológicamente. Quién sabe qué video vio Gómez Mont, porque en el que mostró la PGR no se ve absolutamente nada.
El informe no responde las interrogantes que todos, familia, rector y opinión pública nos hacemos desde lo ocurrido: dónde quedaron las credenciales que los identificaban, quién los mató, qué dice la autopsia, por qué se trató de ocultar su muerte, por qué se les señaló como sicarios y quién y por qué modificó la escena del crimen. Sin embargo el lenguaje que utilizan deja al descubierto la intención: la única bala identificada es de los sicarios y al analizar el video lo que descubren es que “se puede apreciar que uno (de los estudiantes) carga un objeto metálico, aparentemente un termo”, entonces ¿si los soldados se confundieron es por eso? Además, queda dicho que los soldados buscaron proteger a los civiles, al vigilante “un elemento del Ejército entró momentos después a la caseta para indicarle, en actitud protectora, que se escondiera debajo de la mesa”. Eso es lo que salieron a decir.
¿Incapacidad para hacer una investigación digna de ese nombre, o abierta intención de encubrir y justificar al Ejército?
La conferencia de prensa a la que citaron la noche del pasado 1 de mayo para dar a conocer los avances en la investigación y mostrar por primera vez el video, fue un auténtico chasco.
En mes y medio de arduo trabajo los investigadores de la Procuraduría General de la República (PGR) concluyeron:
Que esa noche hubo un enfrentamiento entre militares y sicarios. Lo sabíamos todos desde el día siguiente.
Que los jóvenes murieron por impactos de bala hechos a diferentes distancias. Y que “cuando menos en el caso del joven Jorge Antonio Mercado Alonso, uno de los impactos corresponde al calibre utilizado por la delincuencia organizada”. De los otros impactos “los fragmentos de las ojivas no resultaron ser útiles para confronta balística y por lo tanto no se determinó el calibre”.
Que la escena del crimen fue manipulada. Eso también ya se sabía. Las autoridades de Nuevo León y el mismo rector explicaron desde el día siguiente que los militares habían impedido el paso de cualquier autoridad al lugar de los hechos durante un par de horas. La PGR se limita a pasarle la bolita a las autoridades militares para que deslinden responsabilidades sobre esa manipulación.
Y el video que tanto se tardaron en dar a conocer no muestra absolutamente nada. La madre de uno de los jóvenes asesinados dijo que el secretario de Gobernación le avisó previamente que se trataba de un video duro, que se preparara sicológicamente. Quién sabe qué video vio Gómez Mont, porque en el que mostró la PGR no se ve absolutamente nada.
El informe no responde las interrogantes que todos, familia, rector y opinión pública nos hacemos desde lo ocurrido: dónde quedaron las credenciales que los identificaban, quién los mató, qué dice la autopsia, por qué se trató de ocultar su muerte, por qué se les señaló como sicarios y quién y por qué modificó la escena del crimen. Sin embargo el lenguaje que utilizan deja al descubierto la intención: la única bala identificada es de los sicarios y al analizar el video lo que descubren es que “se puede apreciar que uno (de los estudiantes) carga un objeto metálico, aparentemente un termo”, entonces ¿si los soldados se confundieron es por eso? Además, queda dicho que los soldados buscaron proteger a los civiles, al vigilante “un elemento del Ejército entró momentos después a la caseta para indicarle, en actitud protectora, que se escondiera debajo de la mesa”. Eso es lo que salieron a decir.
¿Incapacidad para hacer una investigación digna de ese nombre, o abierta intención de encubrir y justificar al Ejército?
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