México
No quieren más pobreza
Lo que no se puede dejar de lado es que sin importar que se encuentren al otro lado del mundo, lo que allá suceda ya tiene repercusiones en prácticamente todo el planeta
Primero fue Egipto, luego han seguido otras naciones, pero definitivamente que en Libia la situación está más que convulsa, al grado de que el Ejército de aquel país ha actuado en contra de sus propios ciudadanos, asesinando a quienes se oponen a los deseos de su líder, mismo que lleva años en el poder, y aunque se trata de países con mucho petróleo, ricos, su gente está inconforme, sobre todo porque la riqueza se encuentra en manos de unos cuantos, mientras los más sufren carencias importantes —como sucede en la mayor parte de los países del mundo—.
En medio del caos y la confusión, ciudadanos de aquellos países buscan recobrar su auto respeto; religiosos como son —en muchos de los casos hasta el extremo—, generalmente se dejan guiar por sus líderes místicos, aunque de acuerdo con la historia, éstos no siempre han sido los mejores guías, pues en ocasiones el fanatismo se apodera de los mismos y propician que su pueblo haga lo mismo.
Lo que no se puede dejar de lado es que sin importar que se encuentren al otro lado del mundo, lo que allá suceda ya tiene repercusiones en prácticamente todo el planeta, pues el mundo árabe es sumamente influyente en el terreno financiero, gracias a sus grandes reservas petroleras, de ahí que la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), al igual que las más influyentes de Nueva York han resentido de manera drástica los embates de lo que allá sucede.
Además de todo ello —que ya es suficientemente peligroso—, existen muchos antecedentes que tienen que ver con guerras e inconformidades ancestrales con otros países de la región, específicamente Israel, lo que trae otro tipo de consecuencias y repercusiones, de los que solamente pueden opinar verdaderos conocedores en la materia —que no es mi caso—.
Si acaso lo rescatable de todo ello tiene que ver con el despertar de la ciudadanía de aquellos países que ya no está dispuesta a seguir callando y decidió salir a las calles a manifestar su repudio a sus gobernantes, aun cuando tenga que sufrir las consecuencias que la mayoría hemos podido ver por la televisión y a través de los medios de comunicación.
De ahí la importancia de que en Guadalajara aprendamos la lección, no para salir a enfrentar a nadie —como no sea nuestro miedo—, pero sí a protestar pacíficamente.
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