México
Murió como vivió
De poco le sirvieron biblias, rosarios, vírgenes, amuletos y armas
Marcos Arturo Beltrán Leyva, de 48 años, alias “La Muerte”, “El Barbas” o “El Botas Blancas”, era uno de los narcotraficantes más buscados del mundo. Murió como vivió; con brutal violencia. De poco le sirvieron biblias, rosarios, vírgenes, amuletos y armas. Los marinos acabaron con él por tierra y aire, con fuego. La noticia rebotó por todas partes.
El poder del capo era conocido desde Colombia hasta Estados Unidos. Junto con sus hermanos Mario Alberto “El General”, Carlos y Héctor Alfredo “El Mochomo”, fue responsable de traficar más de 200 toneladas de cocaína a la Unión Americana; controlaba contrabando de personas, lavado de dinero, extorsiones, secuestros y asesinatos por contrato o por venganza.
“El Barbas” estuvo alineado con “El Chapo” Guzmán. Hace cuatro años era la clave operativa del poderoso cártel de Sinaloa; se encargaba de las transacciones de droga y dinero; autorizaba sobornos a altos funcionarios y ordenaba los ajustes de cuentas.
El “Jefe de Jefes”, como se le conocía a últimas fechas, se infiltró en las élites de las policías federales; desde 2006 hasta la ruptura con “El Chapo”, Arturo Beltrán Leyva y su clan eran parte de un núcleo autodenominado “La Federación”. La guerra a muerte con el cártel de Sinaloa, estalló con la captura de “El Mochomo”, el 20 de enero de 2008; pudo ser una traición de la gente de “El Chapo”. Morelos, Guerrero, el Distrito Federal y otros seis estados, se convirtieron en escenario de una sangrienta disputa territorial entre Guzmán Loera y los Beltrán Leyva, apoyados por “Los Zetas”. Cincuenta muertos en los últimos 90 días. Arturo era el líder operativo y su hermano Mario Alberto, el negociador; Sergio Villarreal Barragán “El Grande”, y Edgar Valdés Villarreal “La Barbie” o “El Tigrillo”, estaban (¿?) encargados de reclutar sicarios.
Por Arturo Beltrán Leyva, la PGR ofrecía 30 millones de pesos. Desde hace 17 meses, el presidente Bush comunicó la determinación de su gobierno de aplicar contra “El Barbas” y su cártel todo el peso del “Foreign Narcotics Kingpin”, medida judicial que pretende impedir el acceso del crimen organizado al sistema financiero y comercial de Estados Unidos y combatirlo en cualquier parte del mundo. Arturo Beltrán Leyva estaba en la lista de los 43 mexicanos más buscados por la DEA.
Propiedades y dinero del cártel están congelados en Estados Unidos. La impunidad con la que operaba su “empresa” permite sospechar protección policiaca, aquí y allá.
La sangrienta batalla de Cuernavaca silencia a los detractores de la permanencia de las Fuerzas Armadas en las calles. La PGR espera más violencia por el reacomodo del cártel decapitado. La cosecha de capos como el “Jefe de Jefes”, nunca se acaba. La muerte de “La Muerte” generará más muerte, y no es juego de palabras. Mientras no exista una estrategia para pegarle al narco donde más duele, en el dinero, habrá más sangre, sudor y lágrimas. Por ahora, en esta guerra, nadie gana y todos pierden.
El poder del capo era conocido desde Colombia hasta Estados Unidos. Junto con sus hermanos Mario Alberto “El General”, Carlos y Héctor Alfredo “El Mochomo”, fue responsable de traficar más de 200 toneladas de cocaína a la Unión Americana; controlaba contrabando de personas, lavado de dinero, extorsiones, secuestros y asesinatos por contrato o por venganza.
“El Barbas” estuvo alineado con “El Chapo” Guzmán. Hace cuatro años era la clave operativa del poderoso cártel de Sinaloa; se encargaba de las transacciones de droga y dinero; autorizaba sobornos a altos funcionarios y ordenaba los ajustes de cuentas.
El “Jefe de Jefes”, como se le conocía a últimas fechas, se infiltró en las élites de las policías federales; desde 2006 hasta la ruptura con “El Chapo”, Arturo Beltrán Leyva y su clan eran parte de un núcleo autodenominado “La Federación”. La guerra a muerte con el cártel de Sinaloa, estalló con la captura de “El Mochomo”, el 20 de enero de 2008; pudo ser una traición de la gente de “El Chapo”. Morelos, Guerrero, el Distrito Federal y otros seis estados, se convirtieron en escenario de una sangrienta disputa territorial entre Guzmán Loera y los Beltrán Leyva, apoyados por “Los Zetas”. Cincuenta muertos en los últimos 90 días. Arturo era el líder operativo y su hermano Mario Alberto, el negociador; Sergio Villarreal Barragán “El Grande”, y Edgar Valdés Villarreal “La Barbie” o “El Tigrillo”, estaban (¿?) encargados de reclutar sicarios.
Por Arturo Beltrán Leyva, la PGR ofrecía 30 millones de pesos. Desde hace 17 meses, el presidente Bush comunicó la determinación de su gobierno de aplicar contra “El Barbas” y su cártel todo el peso del “Foreign Narcotics Kingpin”, medida judicial que pretende impedir el acceso del crimen organizado al sistema financiero y comercial de Estados Unidos y combatirlo en cualquier parte del mundo. Arturo Beltrán Leyva estaba en la lista de los 43 mexicanos más buscados por la DEA.
Propiedades y dinero del cártel están congelados en Estados Unidos. La impunidad con la que operaba su “empresa” permite sospechar protección policiaca, aquí y allá.
La sangrienta batalla de Cuernavaca silencia a los detractores de la permanencia de las Fuerzas Armadas en las calles. La PGR espera más violencia por el reacomodo del cártel decapitado. La cosecha de capos como el “Jefe de Jefes”, nunca se acaba. La muerte de “La Muerte” generará más muerte, y no es juego de palabras. Mientras no exista una estrategia para pegarle al narco donde más duele, en el dinero, habrá más sangre, sudor y lágrimas. Por ahora, en esta guerra, nadie gana y todos pierden.
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