México

México ochentero

Por: Sergio Aguirre

Para Julia.

Recién un admirado empresario tapatío, charlando sobre el estancamiento de México por falta de reformas, me dijo con cierto sarcasmo: seguimos con las mismas discusiones desde hace 30 años y poco o nada se ha hecho.

Luego digo yo, vivimos atrapados en la década de los ochentas...

Ya es lugar común el señalar la urgencia de reformas de las llamadas estructurales en materia policíaca-seguridad, energética-económica, fiscal, laboral, telecomunicaciones y la política; sin embargo a la partidocracia parece no importarle, tal como se desprende del texto del cable de WikiLeaks MEXICO 00000083, donde se afirma: “Con una estrategia mejor descrita como pragmatismo político, los propios priistas señalan que es poco probable que el partido apoye cualquier esfuerzo reformador en los próximos años -no importa cuán necesario sea- y que pudiera causar controversias en el público”. Lo anterior es poco alentador, ya que en estos momentos depende del PRI el hacer las reformas y todas ellas son muy controvertidas. Además, ya estamos imbuidos -de nuevo- en tiempos electorales, donde poco importa el construir, sino el torpedear al vecino.  

La división de la izquierda mexicana, en las futuras elecciones presidenciales, es prácticamente un hecho, de ahí que el próximo presidente se puede prever será priista o panista. En cualquiera de esos dos escenarios, es muy poco probable que el próximo presidente alcance las mayorías necesarias para empujar en conjunto con su partido las reformas, sino que deberá contar con el apoyo de por lo menos uno de los partidos importantes de la oposición. En otras palabras, la configuración política posterior al 2012, puede vaticinarse como una copia al carbón de las diversas estructuras de poder que hemos tenido desde 1997, ninguna de las cuales ha facilitado el reformar al país, sino todo lo contrario. Es muy previsible entonces que, de no efectuarse las reformas estructurales este año, nos encontraremos en las mismas para 2017, espera que nos reducirá a simples observadores del juego económico mundial en lugar de asumir nuestro natural liderazgo regional ya que los 30 años a que me refería al inicio, serán 40.

Es entonces que bajo estas consideraciones y dejando de lado filias y fobias, sin reformas parece irrelevante si el próximo presidente es rojo o azul, lo cual es sumamente grave, ya que las opciones políticas lo serían solo en apariencia haciendo de las elecciones de 2012 un gran embuste.

¿Cambiará el PRI de estrategia durante este año? Creo que no, pero solamente de ese partido -desgraciadamente- depende el quitarnos 30 años de rezago y con ello terminar con nuestra transición entumecida, truncada. 
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