México

México necesita de una política educativa más agresiva

El académico opina que por falta de oportunidades, miles de jóvenes se integran a las filas del crimen organizado

CIUDAD DE MÉXICO (17/OCT/2010).- En estos enrarecidos tiempos en México, gozar de buena reputación resulta una extraña virtud. Por fortuna hay excepciones. Juan Ramón de la Fuente Ramírez es un mexicano cuyo prestigio público no ha dejado de crecer desde que fuera rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Muy diversas inteligencias reconocen hoy en día en su voz un referente indispensable.

“Para entender la UNAM”, es una obra reciente del ex rector. Un texto que, en pocas decenas de páginas, traza los contornos de esa comunidad, amplísima y diversa. De paso, el autor no deja la oportunidad para forcejear con sus detractores favoritos, mientras exige al Estado mexicano una política de educación pública más agresiva.

— ¿Qué tan grave es el rezago educativo en México?
—Creo que en buena parte el rezago de México se explica por nuestro rezago educativo. Lo mismo que la desigualdad. Ha sido uno de nuestros graves errores. Si realmente queremos formar parte de la nueva dinámica mundial, de la sociedad del conocimiento, de la economía del conocimiento, tendríamos que invertir en una política educativa mucho más agresiva en comparación con la que hemos tenido hasta ahora.

— ¿Hay alguna fórmula para insertar a México en esa sociedad del conocimiento?
— Cada vez queda más claro que la competitividad, la capacidad de innovación, el ingreso per cápita de cada país, guarda una relación muy directa con su respectivo sistema educativo. Los datos duros muestran contundentemente que hay una relación directa entre desarrollo, sociedad del conocimiento y educación. La sociedad del conocimiento puede definirse como una sociedad en donde hay capacidad continua para generar nuevos conocimientos, transformarlos y transmitirlos. Capacidad para mantener innovación, es decir, investigación para generar nuevos conocimientos, innovación para utilizar esos conocimientos y aplicarlos al aparato productivo, generación de bienes y servicios con un valor agregado que es fundamentalmente tecnológico.

— ¿Dónde cometimos el error más grave?
— Entre tantas ideas habríamos de asumir que las comunidades más adelantadas han logrado que, al menos, 70% de su población cuente con estudios profesionales. En el país apenas 20% logra acceder a la educación superior.

— Y además estamos padeciendo una grave fuga de cerebros.

— Lamentablemente a poca gente en México le interesa este tema. Y sin embargo es peor la pérdida de recursos humanos que la fuga de capitales. Desafortunadamente no conozco un solo programa serio de repatriación de estos jóvenes mexicanos que tienen ya una formación muy sólida en el campo de las ciencias y que terminan trabajando en otros países, señaladamente en el país vecino del Norte. Hay ahí una fuerza vital muy importante.

— ¿Sigue siendo la educación superior un mecanismo de ascenso social en el país?
— Lo sigue siendo, pero con una trascendencia menor a la que tuvo en las primeras seis décadas del siglo pasado. Me cuesta trabajo encontrar el momento en que ese ascensor perdió fuerza pero me atrevería a decir que la involución comenzó desde hace ya tres décadas. Justo cuando la erosión del Estado mexicano —entendido como el conjunto de instituciones— se aceleró. Cuando equivocadamente se concibió al mercado como la gran alternativa para el desarrollo y dejamos deslavarse a las grandes instituciones.

— ¿Cuál ha sido la relación de la máxima casa de estudios del país con los gobiernos de la última década?
—    Hay una distancia con los gobiernos panistas. A mí me tocó la interacción con el Gobierno de Vicente Fox y he de decir que no fue fácil. En esa Administración no se entendía bien la importancia de esta Universidad, no se conocía lo que hace cotidianamente la UNAM para beneficio del país.

Recuerdo una vez en que este presidente fue especialmente cordial con los universitarios. Ocurrió cuando los Pumas ganaron el campeonato y los jugadores visitaron Los Pinos. Al ver tanta euforia me dije: ¡De haber sabido la relevancia que el presidente le da al futbol mejor hubiéramos ganado antes el campeonato!

Y es que ese Gobierno no fue capaz de ver las tareas con las que carga la Universidad. Entre muchas otras, es responsable de la Biblioteca y la Hemeroteca Nacional, del Observatorio Astronómico Nacional, del Servicio Sismológico Nacional, en fin. Si se le recortan los recursos a la UNAM, se afecta el buen funcionamiento de todas éstas instituciones. Si alguien piensa que la Universidad es solamente una gran escuelota, es que no entiende nada.

— ¿Qué tan relevante es para la UNAM la autonomía que hace 100 años logró frente al Estado mexicano?
— Creo sinceramente que la libertad de cátedra y la libertad de investigación se dan mejor en un ambiente de autonomía. Dentro de las instituciones autónomas del Estado mexicano, la más autónoma de todas es la UNAM. ¿Por qué? Porque tiene una ley orgánica que le permite legalmente autogobernarse”.

— La UNAM es acaso el lugar más plural del país. ¿Cómo ha defendido esta virtud?
— Creo, en efecto, que es el mejor ejemplo de una institución verdaderamente diversa y fundamentalmente tolerante. En la Universidad cabe todo menos lo absurdo, decía Alfonso Reyes y lo decía muy bien. Debe intentarse toda la tolerancia que se pueda. La tolerancia tiene límites pero yo pienso que en un país como México es mejor que tales límites sean muy amplios.

El dato

Hay una cifra que dio hace poco tiempo el Ejército Mexicano, que el crimen organizado tiene aproximadamente medio millón de personas trabajando en su seno criminal.

La mayoría de ese medio millón de personas es joven. Individuos que por no haber tenido posibilidades de seguir dentro del sistema educativo y posteriormente de insertarse en el sistema laboral, terminaron en esa lamentable circunstancia.

FRASE

El fracaso educativo en México es el principal responsable de este fenómeno social con los jóvenes. Debemos darles mayores oportunidades de preparación

Juan Ramón de la Fuente,

ex rector de la UNAM.
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