México
México-Estados Unidos: vecinos incómodos
¿Removerán al embajador Pascual o no ante la evidencia de que la interlocución con Los Pinos está cerrada? Está por verse
La Casa Blanca emitió la tarde del jueves 3 de marzo un comunicado sobre la visita del Mandatario mexicano en la cual no se mencionó palabra alguna, literalmente ni una sola, sobre el tema de seguridad. ¿Por qué si días antes el Departamento de Estado había dicho que ése sería el eje del encuentro? La seguridad —o más bien la inseguridad— padecida por los dos países a consecuencia de las bandas de crimen organizado internacional, no la tocó Barack Obama en su reporte ejecutivo del encuentro, sino el Departamento de Estado en un documento paralelo. Típico diseño de comunicación no lineal en la que un actor funge de policía bueno (Obama) y otro de policía malo (Departamento de Estado).
En ese diseño barroco de los contactos con México se subraya la relación monolítica y que a múltiples actores hay múltiples posiciones. Cuando menos dos se manifestaron en apenas 48 horas de contacto diplomático al más alto nivel: la primera, la que busca mantener en la mira el crecimiento de la relación económica, que destrabó un importantísimo tema de libre circulación de camiones; y la segunda, la de un reconocimiento al combate al narcotráfico en México, pero matizado por los señalamientos de lo mucho que hay que hacer aún en ese frente.
En este segundo acercamiento, el Departamento de Estado, y muy especialmente el embajador estadounidense en México, Carlos Pascual, son voceros institucionales de las posturas encontradas, no sólo dentro de su propia adscripción burocrática, sino de muchas otras entidades gubernamentales como el Departamento de Seguridad Interior, el Pentágono, la CIA, la DEA; desde las que sus titulares -para muestra basta Janet Napolitano- han dejado ver que piensan que el actual régimen mexicano es vulnerable, puede representar un Estado fallido y su combate al narcotráfico está signado por la incompetencia, en el mejor de los casos, y la corrupción, en el peor.
A ese complejo coro de voces representa el embajador Pascual en México y lo representa bien, le guste o no al Presidente Calderón, que se dio el gusto de expresar públicamente, ante la labor del diplomático, que la confianza se construye lentamente y la desconfianza en un segundo.
¿Removerán al embajador Pascual o no ante la evidencia de que la interlocución con Los Pinos está cerrada? Está por verse, faltan nueve meses para parir un proceso electoral. En octubre el Presidente Calderón, tan enojado como está con la sede diplomática, dejará de ser un actor fundamental para pasar a formar parte de un reparto más amplio que incluya a precandidatos presidenciales.
Sacar la ratificación legislativa de un nuevo representante de Washington en México no es asunto menor, se podría hacer si se invierte capital político en el asunto, pero también es evidente que el embajador de un país no se remueve si molesta a los locales pero sirve a los propósitos de quien lo mandó. Esto permanecerá como un expediente abierto por el momento.
En cuanto al lado más terso de la relación, el que no está narcotizado, el referente a la cooperación económica, este encuentro es de particular importancia porque se liberó un importante tema pendiente de la relación comercial enmarcada en el TLC: el de permitir la entrada de camiones provenientes de México por carreteras estadounidenses. Esto, para manufacturas como las automotrices, será de la mayor importancia.
La vecindad puede resultar a veces incómoda, lo es, pero no hay manera de alterar la geografía, así que con pasitos para atrás y para adelante se construirá lo que para ambos países es una realidad; nos separa apenas un río, no un océano, incómodos o no aquí nos vamos a quedar.
Con esta colaboración quiero agradecer a mis colegas del diario EL INFORMADOR por el espacio de expresión en sus páginas. Durante varios años a mi leal saber y entender he ofrecido desde ellas una interpretación personal de los sucesos nacionales e internacionales.
Hoy, por mis responsabilidades de trabajo dentro del Grupo Editorial Expansión, con este texto que acaba de leer inicio un compás de espera frente a ti, lector/lectora. No es un adiós, es un hasta la próxima. Arrieros somos y en la palabra andamos. Gracias y nos leeremos pronto.
Síguenos en