México

Mexicanos al grito de guerra

.

Mexicano proviene del náhuatl mexihcatl o mexicah y que es la generalidad de las razas que habitamos este maravilloso territorio bendito de Dios; dicho vocablo lo comenzaron a utilizar en México y en Europa a fines del siglo XVIII, para definirnos como entes particulares, ya no colonizados.

Mexicanos al grito de guerra es como comienza la primera estrofa del Himno Nacional Mexicano, compuesto por Francisco González Bocanegra y no es que sus escritos o su lengua hubiesen proferido palabras denigrantes o negras; por el contrario, el Himno Nacional de México es considerado el más bello del planeta, en el entendido de que “La Marsellesa” fue un cántico glorioso de la gleba francesa y no de manera específica un Himno Nacional.

El ilustrísimo mexicano, autor de nuestro grandioso Himno Nacional, fue hijo de su espacio y época; México, de manera ininterrumpida, tenía cerca de medio siglo viendo cómo sus hijos se mataban, cuántas invasiones recibimos, tanto de Europa como de Estados Unidos; entonces, por lo que peleaba era por que naciera México, por nuestra Independencia y libertades políticas, proceso de emancipación que no hemos logrado por nuestras irreconciliables divisiones que es menester borrar.

Así, nuestro Himno Nacional Mexicano, tenía como preámbulo: “Volemos al combate, a la venganza. Y el que niegue a su pecho la esperanza. Hunda en el polvo la cobarde frente”.

Después, la primera estrofa, de 10 en el texto original que después en 1983 se redujo “de manera oficial a tres”, inicia, con lo que todos conocemos: “Mexicanos al grito de guerra, el acero aprestad y el bridón, y retiemble en sus centros la tierra, al sonoro rugir del cañón”.

Un Himno Nacional de defensa, no de pelear, sino de protección a lo que es nuestro, pero que en la realidad nunca lo hemos usado y sobre todo, usufructuado en nuestro beneficio, México ha sido explotado los últimos 500 años para el beneficio de los extranjeros; lo grave del asunto es que nos hemos peleado entre hermanos para entregar nuestros bienes a los de afuera, lección que debemos aprender.

Desde el siglo XIX,  luchamos entre liberales y conservadores, hemos estado en guerra sin tregua entre hermanos; hemos sido invadidos; no obstante que se señala que “antes Patria que inermes tus hijos, bajo el yugo su cuello dobleguen, sus campiñas con sangre se rieguen, sobre sangre se estampe tu pie y sus templos palacios y torres, se derrumben con hórrido estruendo y la Patria exista diciendo, de mil héroes la patria aquí fue”.

Luego, en el siglo XX, continuamos las guerras intestinas entre hermanos, desde 1906 – 1910:, Cananea, Sonora, y Río Blanco, Veracruz hasta la Revolución Mexicana de 1910; la Guerra Cristera y demás movimientos que no terminan, como las guerrillas hoy vestidas de guerra al narcotráfico.

Pero seguimos en guerra entre las “barras del Guadalajara” contra las del Atlas, guerras a muerte en donde se despedazan jóvenes jaliscienses y mexicanos con palos y piedras, como hace cinco mil años, parece que el pretexto es quien pierda, pero no busco quien me la hizo, sino quien me la pague, el deporte es lo de menos, lo importante es la violencia.

Las guerras siguen en los procesos electorales, son “guerras sucias” que siguen a la idea de obtener, continuar y seguir en el poder por el poder; no importa el precio o a costa de qué, sino de que el poder siga siendo mío, así se deba de hacer lo que sea necesario, el fin justifica los medios.

Existen guerras para conseguir el pan de cada día, para obtener trabajo, para trasladarse al lugar de trabajo, si es que se cuenta con un empleo; de igual forma, la guerra por los cargos, con los compañeros, en contra de los chismes, injurias, calumnias y demás formas de denigrarnos, que están a la orden del día en la guerra por la subsistencia que cada día es más cruda, con mayores grados de deshumanización.

Todos los días en la radio, la televisión y demás medios, existe el incentivo de la violencia, así, las guerras entre nosotros son el pan de cada día, ya no es novedad ver que se mataron miles de hermanos mexicanos, en México, en la Frontera Norte o Sur, da lo mismo en donde sea, lo importante es que sigamos enfrentados para facilitar el dominio extranjero.

Ante tal escenario, debemos pactar para la paz y la defensa común de nuestros intereses, que son los mismos, como lo señala el Himno Nacional más hermoso del planeta, el mexicano, que señala: ¡“Patria, patria, tus hijos te juran exhalar en tus aras su aliento! ¡Si el clarín con su bélico acento! ¡Los convoca a lidiar con valor! ¡Para ti las guirnaldas de oliva! ¡Un laurel para ti de victoria! ¡Un sepulcro para ellos de honor!”

En conclusión, la guerra no es entre nosotros, los peores enemigos de nosotros, no somos los mexicanos; me parece que existe una confusión; debemos pactar entre hermanos, como comunidad o como socios, pero no somos enemigos, debemos de construir un espacio vital para nosotros y luego, ampliarlo en el planeta.
Síguenos en

Temas

Sigue navegando