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Mente digital

Creo que nos encaminamos hacia una sociedad más parecida a lo que anticipó Huxley en su extraordinario libro Un mundo feliz

Cuando Nicholas Carr, director del Harvad Business Review se percató, de que su capacidad de concentración había disminuido, de que leer artículos largos y libros se habían convertido en una ardua tarea, comenzó a preguntarse si la causa no sería precisamente su entrega diaria a las multitareas digitales: pasar muchas horas frente a la computadora, saltando sin cesar de uno a otro programa, de una página de internet a otra, mientras hablamos por Skype, contestamos a un correo electrónico y ponemos un link en Facebook.

Su búsqueda lo llevó a escribir Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes (Editorial Taurus).

El pensamiento lineal, profundo, que incita el pensamiento creativo y que no necesariamente tiene un fin utilitario, la multitarea, instigada por el uso de Internet, nos aleja de formas de pensamiento que requieren reflexión y contemplación, nos convierte en seres más eficientes procesando información pero menos capaces para profundizar en esa información y al hacerlo no solo nos deshumanizan un poco sino que nos uniformizan. Internet nos incita a buscar lo breve y lo rápido y nos aleja de la posibilidad de concentrarnos en una sola cosa.

Me pregunto si en última instancia ¿cómo utilizamos la Web no es una elección personal? Y creo que a estos niveles a los que hemos llegado ya no es tanto una elección. Puedes elegir tus tiempos y formas de uso, pero la tecnología te incita a comportarte de una determinada manera. Si en el trabajo, tus colegas te envían treinta e-mails al día y decides no mirar el correo, tú carrera sufrirá.

La tecnología, como ocurrió con el reloj, no es neutral, cambia las normas e influye en nuestras elecciones.

La esencia de la libertad es poder escoger a qué quieres dedicarle tu atención. La tecnología está determinando esas elecciones y por lo tanto está erosionando la capacidad de controlar nuestros pensamientos y de pensar de forma autónoma. Google es una base de datos inmensa en la que voluntariamente introducimos información sobre nosotros y a cambio recibimos información cada vez más personalizada y adaptada a nuestros gustos y necesidades.

Eso tiene ventajas para el consumidor. Pero todos los pasos que damos online se convierten en información para empresas y Gobiernos. Y la pregunta a la que tendremos que contestar en la próxima década es qué valor le damos a la privacidad y cuánta estamos dispuestos a ceder a cambió de comodidad y beneficios comerciales. Mi sensación es que a la gente le importa poco su privacidad, al menos eso parece ser la tendencia.

Creo que nos encaminamos hacia una sociedad más parecida a lo que anticipó Huxley en su extraordinario libro Un mundo feliz.

Renunciaremos a nuestra privacidad y por tanto reduciremos nuestra libertad voluntaria y alegremente, con el fin de disfrutar plenamente de los placeres de la sociedad de consumo.
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