México
Máscaras de cartón
La tradición de la máscara sin embargo es ante todo una tendencia humana identificable en prácticamente todas las culturas
Curiosamente la máscara por sus mismas características es la expresión más sincera de doblez que pueda darse, pues a todo mundo le resulta evidente que se trata de un artificio, cualquiera sea el material que se utilice para elaborarla, máxime que la intención del portador es desde todos los ángulos manifiesta: ocultar. Otro asunto es cuando el mismo rostro se convierte en una máscara que la personalidad de cada quien modifica tantas veces cuantas sea necesario, volviendo imposible acceder al verdadero ser de quien la porta. Entonces la máscara son los gestos, el ceño y, sobre todo, la palabra, el disfraz más engañoso cuando quien la usa, lo hace precisamente para ocultar, mentir o manipular, peor aún si al fingido discurso le agrega una carga emotiva que está lejos de sentir.
De esta tensión muchas personas se escapan, pero ninguna sociedad es ajena, y así tenemos individuos no solamente dobles, sino hasta trinos, pues a fin de cuentas de tanto fingir por todos lados, acaban fingiendo incluso frente a sí mismos. Ya no saben con cuál de sus múltiples máscaras se identifican en realidad, porque se han convertido solamente en eso, en una máscara tras de la cual ya no hay sujeto alguno. Entre el ser y el parecer, eligieron con tanta intensidad lo segundo que acabaron por dejar de ser, si es que alguna vez fueron, y que vengan los psicólogos a explicarnos el drama.
La feria de los juguetes de cartón se sigue realizando en Guadalajara y son sus máscaras la sincera alegoría de lo que acontece cotidianamente en la misma sociedad, a sabiendas de que tarde o temprano, al igual que ocurre con las máscaras de cartón, las máscaras sociales acaban por mojarse.
Afortunadamente.
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