México

Marcha por la paz

Me preocupa también que algunas voces descalifiquen el movimiento y que se sigan buscando argumentos para la discordia, cuando todos deberíamos ser uno en este clamor ciudadano

Me sorprende y desalienta escuchar comentarios en el sentido de “hasta que matan al hijo de un escritor o al hijo de un empresario” la gente sale a las calles. No es así. Quizá esta Marcha por la Paz, que llegará en silencio el día de mañana al Zócalo de la Ciudad de México, tenga o haya tenido más difusión que otras, pero la sociedad cansada y harta de la violencia se ha manifestado de muchas formas y se expresa cotidianamente.

Me preocupa también que algunas voces descalifiquen el movimiento y que se sigan buscando argumentos para la discordia, cuando todos deberíamos ser uno en este clamor ciudadano, no para que se deje a la delincuencia hacer y deshacer, sino para que haya un cambio en la estrategia, porque a lo largo de casi cinco años de operativos, los resultados han sido magros.

El Presidente de la República, Felipe Calderón, dijo en estos días que ante el crimen no es opción rendirse, y la pregunta es ¿quién ha hablado de rendirse? Que yo sepa, nadie, ni los más críticos de esta medida conocida también como la “guerra” contra el narcotráfico y el crimen organizado.

Y los críticos seguramente se han enfrentado a preguntas como “¿y tú qué propones?” o “¿cuál es tu estrategia?”, en un sentido hasta agresivo, porque no se vale criticar y no proponer. Pues bien, académicos, expertos y especialistas de este país y de otros, han hecho muchas propuestas, puntuales y precisas, pero hasta ahora no han sido escuchados, a pesar de que el mismo Jefe del Ejecutivo federal se comprometió a hacerlo.

No se trata de rendirse, ni se trata de que el país se divida entre quienes apoyan la estrategia de Calderón y los que no. El punto aquí implica —y en gran medida ése es el objetivo de la Marcha por la Paz— que los mexicanos nos unamos con un solo objetivo, un solo propósito que sí, demanda respuestas del Estado que detenta el monopolio de la violencia y nos debe garantizar seguridad a todos.

Se trata de cerrar filas, de decir ya basta y que esa inconformidad ciudadana sea atendida y escuchada. Javier Sicilia, el escritor que encabeza la caminata hasta la Ciudad de México desde Cuernavaca, reiteró ayer que el movimiento busca un pacto ciudadano contra la violencia y el retiro del Ejército de las calles de manera gradual.

Todas las estrategias, todas, al cabo de un tiempo requieren ajustes, modificaciones y cambios para que mantengan e incrementen la efectividad, ¿qué tiene de malo pedir reformas en la estrategia, sobre todo si la exigencia lo que pretende es menos violencia, menos muertos y más justicia? El clamor de la sociedad es el mismo que la justificación de la estrategia calderonista, ¿por qué se insiste en la división, en el enfrentamiento? ¿Por qué no nos damos el tiempo de escucharnos mutuamente?
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