México
Malditos aguafiestas
Estrictamente personal Por Raymundo PALACIO
Para colmo, en forma lastimosamente coincidente, los nuevos jefes en el Pentágono ratifican lo dicho por sus antecesores en el Gobierno de George Bush, y subrayan que México, por la penetración del narcotráfico, sí es un riesgo para Estados Unidos y motivo de preocupación de su seguridad nacional. No en balde, para tratar de evitar que esas palabras llegaran a los empresarios del mundo, el Presidente Calderón dijo que sus conclusiones nacían de “distorsiones informativas” desproporcionadas y equívocas. Claro. Ni la Casa Blanca de Bush, ni ahora la de Barack Obama, ni el Pentágono, ni el Departamento de Estado, ni nadie en el Gobierno estadounidense, saben de lo que están hablando.
Como si no tuviera suficientes aguafiestas para Davos, se anunció el reajuste de las expectativas de crecimiento a la baja que hizo el Banco de México, que ya sugieren la recesión. ¿Qué no se percató el gobernador del banco central que dar a conocer esas cifras, en el preciso momento en que el Presidente Calderón iba a “vender” México a los inversionistas, afectaba sus aproximaciones al gran capital? Por eso le debe haber dicho desde esa localidad suiza, que es un alarmista y que su catastrofismo no tiene cabida en la realidad mexicana.
La realidad mexicana calderonista es peculiar. El agudo problema de la seguridad es resultado de la gran victoria de su Gobierno sobre los narcotraficantes, y que el país haya perdido bolsas territoriales a manos del crimen organizado no significa que el Estado haya fracasado. De la crisis económica ni hablar. Sigue siendo un mero “catarrito”. Por el contrario, anticipó lo que va a presentar en Davos: México es un país que marcha sólido en su economía, que es un país propicio para los negocios, buen anfitrión de la inversión extranjera, seguro, confiable y placentero. Mienten los demás.
El que las unidades que combaten al narcotráfico tengan una metástasis del crimen organizado y no encuentre su Gobierno cómo resolver el cáncer que cada vez se descubre está más extendido, no entra en su diagnóstico. No parece afectarle que cuando menos un alto funcionario de su gabinete, por omisión o comisión, proteja a personas vinculadas con el narcotráfico.
Tampoco que 10% de los municipios en el país estén bajo control del narco, que hace tareas de Estado: provee seguridad a la población y le cobra impuestos. El crimen organizado se ha metido a campañas electorales y puesto a gobernantes locales. Los empresarios están armando escuadrones de la muerte para defenderse de los delincuentes, porque se cansaron de pedirle protección a Calderón y que lejos de darles tranquilidad, les dijera: Y la cosa se va a poner peor.
La palabra de Calderón predica que el país va sobre ruedas todo terreno, pero las exportaciones cayeron 17% el año pasado —por primera vez una cifra negativa desde 1994—, y el peso se devaluó 26%. O sea, no se compraron productos mexicanos en el extranjero, pese a estar más baratos. Las remesas, segunda fuente de ingresos nacional, se desplomaron, lo que añade tensión social en sectores populares. Para los más boyantes, cinco mil 200 empresas cerraron el año pasado, y 500 mil personas se fueron a la calle entre noviembre y diciembre. La caída de crecimiento que pronostica el Banco de México echará a la calle a otros 300 mil.
Para los inversionistas, los datos, no su palabra, los orienta. El informe anual del Banco Mundial intitulado “Haciendo Negocios”, coloca a México en el lugar 56 de un total de 181 países estudiados; es decir, en el segundo año de Gobierno de Calderón, cayó seis lugares. Abrir una empresa en México puede ser un martirio: se tarda 28 días, contra uno en Nueva Zelanda. Por eso se encuentra en el lugar 115 en ese rubro, que se vuelve peor por cuanto a generar empleo: 141; y pago de impuestos: 149. El secretario de Hacienda, Agustín Carstens, dijo hace unos días, como parte de sus medidas para reactivar la economía, que ahora sí irían contra los monopolios, aunque al único que mencionó indirectamente fue Teléfonos de México (Telmex). Pero el Banco Mundial, cuando habla de negocios, ni se acuerda de Telmex. Critica en cambio al monopolio estatal de la energía eléctrica, que es uno de los principales obstáculos para la inversión extranjera.
Los datos son muy contundentes, pero no para el Presidente Calderón, cuya radiografía de país discrepa e incluso antagoniza con la forma, la métrica y hasta las percepciones. Si el discurso que enarbola es una estratagema para minimizar el miedo y evitar el pánico de los mexicanos, puede abrirse una discusión sobre si ése es o no el camino. Pero si no es así, hay un serio problema. Su discurso triunfalista es un absurdo, aún inclusive si tuviera la razón. La política se construye más de percepciones que de realidades. No ha aportado nada más que saliva contra los datos, y la percepción lo tiene aplastado. Los aguafiestas coyunturales son un mero agregado. El problema lo tiene con la extraña realidad en su cabeza que le pinta a México en color rosa.
RAYMUNDO RIVA PALACIO / Periodista.
Correo electrónico: r_rivapalacio@yahoo.com
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