México

Los tutelares, más perjudiciales que benéficos

Especialista del Inacipe lamenta que en estos centros penitenciarios se intente dar el mismo trato que en las cárceles

MÉXICO.- Los centros tutelares para menores no funcionan, porque además de que en muchas ocasiones se aplica el mismo trato a los jóvenes que a los adultos presos,  intentan cambiar la personalidad y comportamiento de éstos, algo que es muy difícil si no se aplican los tratamientos sicológicos que dice la ley, asegura Martín Barrón Cruz, profesor investigador del  Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe).

Enfatiza que si bien la palabra tutelar significa amparar o hacerse responsables de la conducta de alguien, en este caso de los jóvenes que cometen un delito, la realidad es muy distinta.

“Al final de cuentas son centros de reclusión y las condiciones en las cuales viven los jóvenes no son las más adecuadas para lograr esos objetivos”.

En entrevista telefónica, el especialista en jóvenes delincuentes recuerda que desafortunadamente estos sitios no son nuevos en nuestro país,  “antiguamente había tribunales que tenían las mismas funciones que los de hoy. Además a principios del siglo XIX existió el tribunal de vagos en la Ciudad de México, ahí los jóvenes eran constantemente vejados y maltratados por quienes eran los responsables de su cuidado, todo con el fin de que no cometieran algún ilícito”.
De hecho, México es el único país de Latinoamérica que cuenta con este tipo de centros. Al respecto, el asesor del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) de Latinoamérica, Emilio García Méndez, confirmó en 2005 que los sistemas tutelares tienen el carácter de “flagrantemente inconstitucional” en la Convención sobre los Derechos de la Niñez (CDN).

Un error estigmatizarlos
 
Cuestionado si cree que los centros tutelares resultan más perjudiciales que benéficos, Barrón Cruz enfatiza: “Sí claro”. Y agrega que el principal error es estigmatizar a los adolescentes que ingresan a estos centros.

“En criminología hay varias teorías que nos explican que cuando un joven llega a estos centros de detención se les estigmatiza, y esto provoca que en lugar de integrarse nuevamente a la sociedad queden marcados por los actos que cometieron en el pasado, eso puede forjar su comportamiento”.

El investigador pone como ejemplo de estigmatización la carta de no antecedentes penales que piden para obtener un empleo. “Si alguien tiene algún antecedente ni siquiera le preguntan por qué y optan por no darle el trabajo, en criminología a esto se le conoce como el proceso de estigmatización”.

Incluso el representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en México, Yoriko Yasukawa, se refirió a lo anterior en 2005 —en un evento denominado Diálogos sobre la Justicia Penal para Adolescentes, que organizó el Inacipe—, diciendo que los adolescentes no se convierten en adultos al cometer un delito.

“Siguen siendo adolescentes y siguen teniendo potencial para ser un buen ser humano, por lo que nuestros temores y odios frente a un hecho criminal no nos excusa de esa responsabilidad”.
(Sergio Cázares)

Faltan mediadores

Los malos tratos generan los motines

Martín Barrón Cruz dice que aunque las causas que generan un motín son variadas, en la mayoría de los casos se originan por los malos tratos que reciben los internos.

“No necesariamente hay que tratarlos de la mejor manera, pero generalmente lo que piden son cosas muy sencillas, como la alimentación”.

Sobre lo ocurrido hace un par de semanas en el Tutelar de San Fernando, ubicado en la delegación Tlalpan de la Ciudad de México —donde 11 internos resultaron heridos por una riña—, Barrón Cruz dice que dentro de lo que cabe las autoridades resolvieron bien el problema, pero considera que falta un cuerpo especial para contener los motines.

“El Gobierno capitalino intentó no transgredir los derechos humanos, no querían algo similar a lo ocurrido en el New’s Divine (donde murieron 12 personas), que sigue estando muy fresco en la memoria”.

El especialista aclara que la violencia en estos centros también puede ser por el hacinamiento en los sitios y las distintas personalidades entre los internos.
“Siempre va a existir eso, tenemos que ver también si hay sobrepoblación en esos espacios juveniles pero tal vez haya tutelares en donde sean pocos los internos y haya sujetos que desestructuren y ahí es cuando surgen los problemas”.

Barrón Cruz insiste en que la autoridad debe buscar tener elementos que negocien con los adolescentes, porque es fácil que se salgan de control y en muchas ocasiones los internos no hacen caso al personal de los centros.
“A pesar de todo (el de San Fernando) fue un operativo relativamente exitoso… habría que revisar todavía lo que digan las comisiones de derechos humanos”. (Sergio Cázares)
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