México

Los morenos invisibles

Los datos forman parte de una encuesta en la que también participó la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y señala que en el territorio viven siete millones de indígenas y 450 mil afrodescendientes

El nombre pareciera que hace referencia a un grupo musical, pero la realidad es que tiene relación más bien con la película “Angelitos negros” que protagonizó Pedro Infante en 1948 y cuya trama se concentra en el prejuicio que se tiene hacia las personas de color.

Hace unos días, con motivo del Día Internacional de la Eliminación Racial que se conmemoró el pasado 21 de marzo, y mientras muchos estaban disfrutando del puente vacacional, discretamente el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) dio a conocer información relacionada con el tema y destacó que en México, 64% de sus habitantes se considera moreno y más de la mitad de la población total —si el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) señala que somos poco más de 112 millones de habitantes, entonces estamos hablando de alrededor de 56 millones— cree que en el país las personas insultan a otras en la calle por su color de piel.

Los datos forman parte de una encuesta en la que también participó la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y señala que en el territorio viven siete millones de indígenas y 450 mil afrodescendientes. En resumen: son los morenos invisibles que se encuentran escondidos, ocultos y etéreos. Están pero no, y cuando aparecen, destacan para ser señalados por su color y origen.

El documento detalla esa “invisibilidad que facilita la violación al derecho a la no discriminación” y entonces me acordé de uno de mis compañeros de trabajo que merece el más profundo de mis respetos y admiración por dejar de lado cualquier sentimiento negativo originado por la discriminación —a pesar de haberla vivido— y concentrarse en alcanzar lo que es hoy, un técnico en ingeniería que está orgulloso de ser un indígena mixe originario de una comunidad que pertenece al municipio de Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca, en donde la tierra no es tan productiva y sus habitantes ante la escasez, viven del autoconsumo, lo que trabajan en el campo es lo que tienen para comer.

Se llama Jorge y se apellida Mixe, como su lengua materna, tiene 27 años y hoy disfruta el sueño que siempre quiso vivir. Un sueño diferente al que escriben otros en su lugar de origen, “o se dedican a tomar mucho y ser alcohólicos o intentan irse a Estados Unidos aunque no lleguen o se mueran en el camino”. Por eso se fue de su pueblo. Un maestro le dijo que para poder estar cerca de la tecnología tenía que salir a una ciudad y entonces viajó (todavía lo hace cuando visita a su familia) 17 horas en camión para llegar a Guadalajara. Cuando era niño imaginaba en lo que sería ver una televisión, hablar por un teléfono, ahora se da el lujo de arreglar redes y traducir sistemas. Trabaja de manera intensa, lee mucho y es cliente frecuente de los restaurantes de comida oaxaqueña.

Para una encuesta pudiera ser un moreno invisible, para la realidad uno de esos grandes ejemplos a seguir.
Síguenos en

Temas

Sigue navegando