México
Lo que nos espera
Si en 2006 los panistas demostraron que estaban dispuestos a tensar la cuerda al máximo, incluso a jugar en los límites de la legalidad con tal de evitar que “el peligro para México” ganara, en Guerrero demuestran que siguen en lo mismo
Algunas lecciones y anticipos para 2012:
El triunfo del pragmatismo. Aquí no hubo ninguna confrontación de ideas ni el ofrecimiento de distintas formas de gobernar, nada de eso.
El pleito —no merece otro nombre— fue una lucha descarnada por el poder. Una rebatinga en la que ni siquiera se preocuparon por ocultar lo que estaba para ellos en juego: ganarle al PRI a como diera lugar y sumar un Estado más en el juego de ajedrez de 2012.
¡Guerrero y sus problemas a nadie le importan! Porque aquí, a diferencia de Oaxaca, el PAN, pero sobre todo el PRD, no tenían pretexto para desdibujarse ideológicamente en aras de una transición necesaria.
El fin justifica los medios. Para Marcelo Ebrard, para Camacho, para Ortega y para el mismo Calderón, lo importante era que el PRI perdiera. Punto. ¿Con qué candidato y cómo? Como fuera.
El objetivo: que el PRI no acumulara otra gubernatura, con todo lo que eso implica en recursos y gente, y evitar que se siga construyendo la percepción de que contra Peña Nieto no hay nada que hacer, ni en las elecciones de este año en el Estado de México ni el año que viene en las presidenciales.
Una democracia de enemigos y no de adversarios. Si en 2006 los panistas demostraron que estaban dispuestos a tensar la cuerda al máximo, incluso a jugar en los límites de la legalidad con tal de evitar que “el peligro para México” ganara, en Guerrero demuestran que siguen en lo mismo: ganar a cualquier costo justificando sus acciones por la supuesta malignidad de su adversario.
Su candidato declinó de última hora para dejar abierta la posibilidad de alianzas en el futuro. Sólo así piensan que pueden detener al PRI. Lo que demuestran es su profundo carácter antidemocrático, ningún adversario es para ellos un legítimo competidor.
Todo se vale. Puestas así las cosas, nadie escatimó con el lodo. Hubo de todo: derroche de dinero, filtración de grabaciones ilegalmente obtenida, manejo electoral de los programas y apoyos sociales, golpizas, amenazas, narcomantas atribuyéndole a uno de los dos candidatos relaciones de complicidad con ellos, falsas portadas de periódicos.
Mañana se estará hablando del nuevo gobernador de Guerrero y se harán cálculos sesudos sobre qué tanto avanza Ebrard, pierde López Obrador o se estanca Peña.
Pero no se necesita conocer los resultados para saber que la democracia mexicana perdió y, por lo tanto, todos nosotros.
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