México
Lo mejor: ¡Saldo blanco!
Lo mejor que pudieron traernos los llamados festejos del Bicentenario y Centenario, es el saldo blanco informado por las autoridades
Al menos en lo que a civiles se refiere, pues de nueva cuenta se dio a conocer que el Norte del país continúa siendo el centro de enfrentamientos armados entre narcotraficantes y miembros del Ejército o alguna de las policías, lo que para el caso es lo mismo, pero al menos no se reportó ningún atentado en contra de la muchedumbre, lo que puede ser calificado como ganancia.
Porque si bien es cierto que se anunció y ejecutó un blindaje en torno a los centros históricos de la capital de la República y de las principales ciudades del país, de cualquier manera el miedo permaneció en una buena parte de la población —aunque para beneficio de los “organizadores” de los festejos, tuvieron su clientela para aparentar que aquí no pasa nada y que “Viva México ca…”—.
Es difícil saber si los delincuentes “respetaron” los festejos patrios, porque cuentan con alto espíritu cívico; porque no quisieron enemistarse aún más con la sociedad; porque tuvieron miedo al “blindaje” de las autoridades o porque simple y sencillamente andaban ocupados festejando la libertad con que realizan su “trabajo”, cuando no trabajando arduamente para poder seguir alimentando a los viciosos del norte-norte del Continente.
Para beneficio de quienes disfrutan de una concesión, el rating se vio en su máximo esplendor, sobre todo en lugares como Ciudad Juárez, en donde de plano el famoso Grito de Dolores se realizo virtualmente, esto es, con apenas los elementos del Ejército y unas cuantas autoridades presentes para cubrir el expediente, porque ahí la cosa “está que arde” y a nadie se le ha ocurrido algún tema o acción qué festejar.
Ahora bien, lo que pudimos ver por la televisión fue espectacular, ni qué decir, tanto las escenografías como los juegos pirotécnicos, así como la presentación de artistas, espectáculos e incluso el desfile cívico-militar, fueron como para llamar la atención, ya veremos al final de la jornada, cuando nos pasen la cuenta de lo que costaron todos esos “chistecitos”, a ver si se nos ocurre otro pretexto para festejar o preferimos quedarnos en casa haciendo lo que ustedes quieran, pero sin tener la incertidumbre de si tenemos lo suficiente para pagar la cuenta.
Síguenos en