México

Leona y los diputados

Los legisladores del primer congreso independiente de México se escondían acompañados de una pequeña escolta, y mantenían las convicciones, la tenacidad, la fe en que un nuevo país era posible

“Algunos días más tarde, los diputados siguieron el cauce del río, sin atreverse a permanecer mucho tiempo en los pueblos ribereños. De nuevo se reabastecieron en Pungarabato antes de seguir río arriba, navegando contra la corriente hasta Cutzamala. No había sido fácil remar conduciendo las pesadas barcas donde el congreso transportaba los cañones, las municiones y el retal de imprenta; lo que hubiera sido imposible sin los brazos poderosos de los negros liberados de las haciendas azucareras de Tierra Caliente, que habían llevado sobre sí la mayor parte del esfuerzo en la subida por el camino de agua”.

“Continuaron a pie evitando los pueblos hasta llegar a Carácuaro, la tierra del generalísimo, donde Morelos había sido párroco antes de lanzarse a la batalla. Ahora estaba sembrada de bandidos y realistas, por lo que la marcha de los diputados tuvo que hacerse de noche, a oscuras, entre los bosques de parotas y tepehuajes, disputándoles los armadillos y conejos a los coyotes”.

Los párrafos anteriores, que narran parte de la persecución de las tropas realistas contra los 10 diputados del Congreso de Chilpancingo, organizado en 1813 por José María Morelos y Pavón, aparecen en Leona, una novela sobre la gran heroína de la Independencia: Leona Vicario, escrito por la literata e historiadora Celia del Palacio. De reciente edición, el texto relata de manera amena los avatares de hombres y mujeres, muchas de ellas ignoradas, a pesar de que jugaron un papel fundamental en esa lucha.

Entre penurias, enfrentamientos con los militares españoles, derrotas, aprehensiones, torturas y deserciones de las filas insurgentes, los legisladores del primer congreso independiente de México se escondían acompañados de una pequeña escolta, y mantenían las convicciones, la tenacidad, la fe en que un nuevo país era posible. Cuando era más real la certeza de su casi inminente derrota y de que la muerte les rondaba día y noche, sesionaban entre los descansos para discutir y aprobar documentos que plasmaran su visión de la patria, y redactar una constitución.

Entre esos legisladores estaban Ignacio López Rayón, líder insurgente tras el fusilamiento del padre Miguel Hidalgo; Carlos María Bustamante, periodista e historiador que redactó la Declaración de Independencia del 6 de noviembre de 1813, y Andrés Quintana Roo, esposo de Leona Vicario que fuera senador, secretario de Estado y magistrado.

Sin presupuestos millonarios, sin oficinas lujosas, sin insultantes prebendas, sin defender intereses económicos personales o de sus partidos o sus grupos políticos, esos primeros diputados mexicanos son la antítesis de la mayoría de los actuales, federales y estatales, caricaturas grotescas de lo que debería ser un auténtico legislador.
Síguenos en

Temas

Sigue navegando