México

Las penurias ahogan a miles de tabasqueños

La pesadumbre entre los pobladores de las comunidades inundadas crece día a día, pues lo perdieron todo por el agua

LA VENTA, TABASCO.- El barullo de niños que juguetean por el plantel escolar habilitado como refugio temporal parece ser ajeno para la mayoría de los adultos que fueron expulsados de sus viviendas por la creciente que trajo el frente frío número nueve desde el primero de noviembre.

En esta comunidad se encuentra uno de los 62 albergues que aún permanecen abiertos y que atiende a pobladores de ocho comunidades rurales del municipio de Huimanguillo, inundadas por el caudal desbordado de los ríos Tonalá y Blasillo.

En los salones escolares, habilitados como recámaras y salas, los damnificados pasan la mayor parte del tiempo ensimismados. Pegados a las paredes, sobre las colchonetas de colores rojo y azul, tiradas en el piso; las familias se mantienen reunidas sólo viendo pasar el tiempo en espera de que el agua libere sus viviendas.

A 19 días del inicio de la tragedia hidrológica que afecta a los estados de Tabasco y Veracruz, alrededor de 10 mil damnificados permanecen en los albergues. En Tabasco están abiertos 62 albergues con ocho mil 315 personas y siguen afectadas 181 localidades.

Inicialmente fueron 296 comunidades anegadas con 221 mil 758 afectados y se instalaron 163 refugios para atender 34 mil 704 personas. Todavía existen poblados incomunicados como las rancherías Zanapa Segunda Sección, Tres Bocas Sección Zapotal, La Ceiba Primera, Sección Ruiz Cortines y Ernesto Aguirre, a las que se accede sólo a través de lanchas.
Don Pedro Osorio Hernández resume la situación de los damnificados: “No tenemos más qué hacer si todo está inundado. Nos quedamos sin nada y tampoco se puede trabajar con el campo bajo el agua”.

El tedio, junto con la incertidumbre por la situación que enfrentarán en el futuro, abraza a la mayoría de las familias afectadas.

Excepto en las tres ocasiones que acuden al módulo habilitado como comedor general, donde reciben sus alimentos, sin tener otra actividad que realizar, todos vuelven a los salones, en donde junto con la colchoneta que recibieron, tienen sus escasas pertenencias que lograron rescatar de sus casas antes de ser anegadas.

Osorio Hernández, padre de tres menores de 16, 12 y cinco años, dice que al igual que la mayoría de los jefes de familia, necesariamente tiene que esperar; “no tenemos otra opción”, ya que no pueden trabajar en el campo al estar lleno de agua.
Con domicilio en el Ejido La Ceiba Segunda Sección, Sector Ogarrio, piensa que no tiene caso acudir a su comunidad. “¿A qué voy a ir?. Ya para qué, si todo está perdido”.

En su ejido, la mayoría que trabaja en el campo estaba listo para limpiar y preparar la tierra, pues en diciembre sembrarían maíz y frijol.

Doña Amelia Zárate, se pregunta cómo empezarán nuevamente sus vidas cuando retornen a sus viviendas, donde perdieron todo.

Por ejemplo, dice, sus hijos carecen de ropa y útiles escolares para asistir a las escuelas. Sus mochilas, junto con libros y cuadernos se perdieron.

En el caso de los hombres adultos, éstos desconocen cómo obtendrán ingresos para sostener a su familia.

Hasta ahora aún no les asignan las tareas del Programa de Empleo Temporal que aplicará la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), mediante el cual les pagará un salario mínimo durante un breve lapso.

Conforme transcurren los días, en el albergue, se intensifica la pesadumbre entre los pobladores de las comunidades rurales de Aquiles Serdán, Blasillo, La Ceiba, Los Naranjos, Francisco I. Madero, La Azucena, al desconocer el tiempo que pasarán aquí y a qué destino se enfrentarán sin un patrimonio, luego de que perdieron todo.

“Sin comida ni medicinas y padecemos de hongos”

LA VENTA, TABASCO.- Doña Gloria de la Cruz Rodríguez no sólo perdió todos sus enseres y animales domésticos, sino que ahora está a merced de las nubes de mosquitos que la acosan las 24 horas en la choza improvisada donde acampa a la orilla de un camino, en Ejido Zapotal, Tabasco.

Deprimida por los tensos momentos que enfrentó con su familia, cuando la creciente invadió en unas horas su casa y todos los alrededores, y buscaban la forma de ponerse a salvo en dos cayucos, doña Gloria se queja que por la excesiva humedad en que viven, se han enfermado de hongos —el sabañón— en los pies.

“Además de comida y agua, necesitamos medicina para el sabañón que se nos ha contagiado por estar dentro del agua todos los días”, clama esta señora que con ocho hijos, apenas le alcanza para alimentarse dos días una despensa del Fonden, pero en este lapso sólo le han dado ayuda en tres ocasiones.

Las viviendas de esta comunidad del municipio de Huimanguillo cumplió 18 días dentro del agua que derramó el frente frío número nueve.

Esta madre de familia recuerda lo que ocurrió el 3 de noviembre, cuando en su comunidad las torrenciales lluvias se asemejaban con un diluvio.

“Llegamos a pensar lo peor. El fin del mundo. Fue una lluvia que provocó una corriente grande; era un ruido fuerte el que se oía, se parecía al rumor del mar”.

Con tristeza relata cuando observaba cómo en su casa el agua se tragaba sus pertenencias, gallinas y hasta dos becerros que se ahogaron con la corriente.

Doña Gloria dice que nunca en su vida había visto una creciente así. “Me dio miedo y hasta lloré al ver que el agua sin parar subía y subía y amenazaba con invadir la pequeña superficie donde se refugiaron.
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