México

La verdad del Bicentenario

Ojalá algún día se deje de distorsionar la verdad y aparezca un presidente con rectitud y pantalones y haga que se reconozca a todos

En una de las encuestas que realiza Pedro Ferriz de Con, particularmente refiriéndome a la del miércoles 15 del presente, preguntó si preferían sanar las heridas causadas o relatadas con el tiempo aceptando la verdad o seguir como estamos. El 97% contestó que habría que sanar las heridas conociendo la verdad, el 3% fue al contrario.

Esta encuesta refleja fielmente lo que el pueblo mexicano realmente quiere, que se acepte, se conozca, se pregone la verdad y se dejen de distorsionar los hechos, disfrazando de héroes o haciéndolos más a los que no fueron tanto y en cambio a quienes realizaron bien las cosas y México les debe mucho, pero se equivocaron en algunos aspectos, duplicaron sus errores exagerando e ignorando el bien que hicieron.

Un ejemplo es Hidalgo e Iturbide, la gloria y el olvido; hoy nos dicen que celebremos que desde hace 200 años somos mexicanos independientes, cosa que no es cierto, hace 200 años los mexicanos, impulsados por Hidalgo, empezamos a luchar por ser independientes, pero de ninguna manera éramos independientes. Toda la gloria de la independencia se la otorgan a Miguel Hidalgo, en cambio Agustín de Iturbide, que fue quien realizó y proclamó oficialmente la independencia después del abrazo de Acatempan con Vicente Guerrero, no sólo se le relegó al olvido, sino equivocadamente no se le reconocen los méritos que tuvo, porque él consumó la independencia de México el 27 de septiembre de 1821, hasta esa fecha oficialmente los mexicanos nos volvimos independientes, no en 1810.

Después Iturbide se equivocó, fue depuesto y condenado a muerte por proclamarse emperador, pero la independencia de la Nueva España, o sea México, estaba consumada.

Otra de las grandes circunstancias que no se reconoce es el valor que para México fue Porfirio Díaz, primero luchando por México y por Juárez, haciendo que México se conociera y lo respetara el mundo; después cuando Francisco Madero, iluso, buen hombre, buen mexicano, se levanta en armas en contra del Gobierno establecido de Porfirio Díaz en su última reelección. Porfirio Díaz, que pudo haber acabado con ese levantamiento fácilmente, con el poderío que tenía del Ejército federal y los gobernadores, pensó que los Estados Unidos, nuestros vecinos gandallas y convenencieros, iban a apoyar lo que era el posible inicio de una revolución para ver qué provecho sacaban.

Porfirio renunció, se fue del país para evitar derramamiento de sangre de los mexicanos, como lo declaró, lo que hubiera sido trágico y doloroso. Algún día se reconocerán los méritos que tuvo. A los gringos los tenía en su lugar por las relaciones comerciales y políticas que teníamos en ese tiempo con los europeos, y México era entonces uno de los países con mayor progreso en América Latina.

Otro caso a comentar es Maximiliano de Austria, que fue un inocente buen hombre manejado e iluso que tuvo que ser sacrificado junto con Miramón y Mejía, para sentar un precedente de que no hubiera algún otro intento de gobernante extranjero.

Juárez defendió la patria con todo valor, corazón, en su carroza negra recorriendo el país, pero hubo muestras que si no hubiera muerto hubiera intentado reelegirse eternamente.
Ojalá algún día se deje de distorsionar la verdad y aparezca un presidente con rectitud y pantalones y haga que se reconozca a todos, no nada más a algunos, lo que hicieron por nuestra patria.
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