México

La risa de Godoy

César Godoy Toscano tomó protesta como diputado federal, luego escuchamos una grabación que ponía en evidencia sus relaciones con grupos delictivos

En México, el Estado de Derecho está en crisis. Ese el principal reto que tenemos para retomar el camino de la grandeza de nuestra Patria. Las manifestaciones de esta crisis son evidentes:

• La corrupción galopante en los sistemas de policía, en los tribunales de justicia, las procuradurías y el sistema carcelario.

• La debilidad de las fuerzas del orden que no son capaces de instaurar el orden y la ley en una amplia zona de la geografía del país. Municipios enteros en estados como Tamaulipas, Chihuahua, Michoacán, Guerrero, Oaxaca y aún en Jalisco y el Estado de México viven azolados por bandas criminales impunes.

• La corrupción política manifiesta en los partidos, sus organizaciones afines y en algunos actores de la vida pública. La falta de democracia interna de los partidos que se han convertido en verdaderas agencias de privilegios pactados.

• La actitud de muchas de las autoridades de considerar el servicio público como un botín que puede ser explotado impunemente frente a los ciudadanos. Lo que genera aun más corrupción en adquisiciones de bienes, licitaciones de obras, contratación de medios de comunicación y otros aspectos, produciendo un sentimiento de impotencia ciudadana.

• El encumbramiento de la fama y el prestigio de la trampa y la violación de las normas como ruta hacia el éxito fácil, que produce una enorme confusión entre las nuevas generaciones, respecto al valor del trabajo y el esfuerzo.

Hay ejemplos variados de la acción conjunta de estos factores, y una manifestación conjunta de todas estas manifestaciones de la crisis del Estado de derecho la vivimos nada menos que en el Congreso de la Unión: César Godoy Toscano tomó protesta como diputado federal, luego escuchamos una grabación que ponía en evidencia sus relaciones con grupos delictivos. Él no negó la conversación, nadie discutió la veracidad, el tema se trasladó a cuestiones de legalidad formal, dejando de lado el hecho palmario: la relación con la delincuencia. Eso es una desvergüenza inaceptable para cualquier político de cualquier partido en cualquier país en cualquier tiempo.

Tristemente no es el único caso: Valga recordar los argumentos legalistas del director del Seguro Social ante los niños quemados en Hermosillo, las resoluciones a las que apeló Mario Marín en Puebla, luego de las grabaciones que lo hicieran famoso, la desfachatez de Cecilia Romero al decir que su vocación es servir como presidente de su partido y que se le atravesaron los migrantes asesinados, como las resoluciones que haciendo gala de formalismos abren la puerta a corrupción en licitaciones y permisos en todos los niveles de autoridad.

César Godoy Toscano es una muestra más de la crisis, quizás su centralidad ahora deriva del hecho de que con ese rostro que sonríe, concentra una expresión de burla hacia los ciudadanos que vemos con desprecio los arreglos que la clase política hace, convirtiendo al erario público, a las políticas públicas y a las decisiones que nos afectan a todos en un botín. La respuesta vendrá de los ciudadanos que habrán de decir en algún momento un “ya basta”, al hecho y a la burla que ahora personifica el ahora diputado.
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