México
La marquesa salió a las cinco
El Museo Tamayo de la Ciudad de México inaugura hoy una exposición que abre fuego en tres frentes
Jorge Méndez Blake es uno de los “capetillos”, como les dicen a este grupo de artistas tapatíos, guapos, de buena familia y muy exitosos que circulan por las galerías de Londres, París o Berlín, incluyendo al que expone en el Tamayo, junto con Gonzalo Lebrija, Francisco Ugarte y Fernando Palomar, entre otros.
Sofía Hernández Chong Cuy, la directora del Tamayo, quiere que el público conozca y se acerque al acervo del Museo y, para eso, ha preferido darles alas a los artistas para que vuelen y plumas para que adornen sus ideas.
Por eso, Méndez Blake, interesado desde hace tiempo en los libros y las bibliotecas, construye una que es prácticamente imposible y para eso construye algo que aparenta ser una de ellas y, al mismo tiempo, por sus características irregulares —estantes vacíos, libros colocados a una altura que los hace inalcanzables— sugiere la imposibilidad de brindar estos servicios y de pasada nos habla de quién era Tamayo —más artista que lector— construyendo en escena esos estantes de madera y localizando sobre, debajo o detrás y alrededor de ellos, las obras de arte de la colección Tamayo como la Yerba (1972) de Hiroshi Okada y el espectador, no sabe si reír o llorar. pues el acervo bibliográfico es transparente y lo que realmente existe, como era la idea principal de Sofía, son las obras de arte que forman una colección tan valiosa que ahora volvemos a ver con deleite, fuera de contexto pero dentro de su propio ámbito.
Mientras, Tino Sehgal (Londres, 1976) nos muestra su obra efímera o Situaciones construidas, interactuando entre los espectadores y los intérpretes: una mujer le canta y le regala su canto según lo que le inspire quien se le acerque y punto, tres frentes tres y el arte en plenitud como divertimento y generador de ideas imposibles o efímeras.
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