México
La inmoralidad del PRI
Los priistas no pueden decepcionar porque no ofrecen ningún proyecto de gobierno ni visión del país
Dice Juan Pardinas (IMCO) que las actuales reglas de distribución del dinero público hacen que los gobernadores dispongan de muchos recursos sin que se hayan construido mecanismos de rendición de cuentas obligatorios y eficaces. Son pues, como borrachitos en cantina. Puede ser, pero el asunto aquí es que son borrachitos. Es decir que cualquier huequito que les deje la ley ellos lo explotan hasta que reviente, porque ningún freno ético los hace contenerse.
El PRI no decepciona porque no se espera de ellos moralidad. Desde que perdieron en el año 2000 no ha habido ninguna refundación ideológica, ni autocrítica sobre su forma de hacer política, sólo tuvieron que aprender a sobrevivir sin la Presidencia. Hoy es un partido dirigido de manera más consensuada y menos unipersonal y han aprendido que si no se pelean entre ellos, ganan. Por eso arropan —así le llaman— lo mismo a los que pactan con el narco que a quienes buscan perpetuarse familiarmente en el poder, o a los que cometen delitos. Para evitar confrontaciones y desconfianzas, se solapan lo que sea. Los priistas hoy buscan cimentar con impunidad la unidad para regresar a la presidencia. Nada más.
El PRI es el mismo, pero en una versión más descarada. Finalmente el presidente priista era ideólogo sexenal y disciplinador. Daba línea y ponía límites. Hoy ya no hay quien los modere. ¿Qué partido del mundo hubiera sostenido a Mario Marín después de escucharlo hablar con Kamel Nacif? ¿Qué partido aceptaría que algunos de sus gobernadores le hayan cedido al narco el control de sus estados?
Huérfanos y sin dirección, los operadores, cuadros y militantes priistas se revelaron conservadores. Ni revolucionarios ni defensores del laicismo: en 19 estados se ha modificado la Constitución para garantizar la vida desde el momento de la concepción, gracias a que 96% de los diputados locales priistas han votado junto con el PAN.
Los priistas no pueden decepcionar porque no ofrecen ningún proyecto de gobierno ni visión del país. Peña Nieto ganó su Estado comprometiéndose a cumplir una serie de modestas peticiones locales totalmente inconexas entre ellas.
No tienen ideas ni principios, pero dicen que son eficaces. Habrá que consultar los datos.
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