México
La economía de la violencia
Soraya es una de las miles de víctimas de trata para explotación sexual que se convirtió en tratante de mujeres y adolescentes
El discurso es impecable: la prostitución como un paliativo de la pobreza, como una opción que el sistema económico global ofrece a millones de mujeres y niñas pobres en un mundo en que la discriminación y la violencia contra las mujeres se sostiene con la fuerza de la cultura y el mercado.
“Mire: si hay 100 mil turistas europeos que vienen a buscar sexo y a dejarnos su dinero ¿cómo pueden decir que esto es ilegal? Es perfectamente legal, todos lo hacen, sólo que algunos son hipócritas y otros, como yo, defendemos el negocio, cuidamos a las chicas para que no las manejen los bárbaros” (las mafias coreanas).
A los ocho años el padre abusó de Soraya, a los 12 su tía le explicó que si ya no era virgen lo mejor sería que con su cuerpo produjera dinero para mantener a su familia. A los 15 la compró un hombre y la llevó a Camboya, luego a Tailandia.
Soraya es una de las miles de víctimas de trata para explotación sexual que se convirtió en tratante de mujeres y adolescentes. En contraste, la camboyana Somaly Mam, con una historia parecida, es activista y ha salvado a miles de víctimas de la industria que compra y vende seres humanos para un negocio que arroja ganancias de más de 15 mil millones de dólares anuales.
¿Qué incita a un víctima a trabajar desde la compasión y a otra a reproducir la crueldad y el abuso que otros le infligieron? Resulta difícil saberlo. La personalidad, el carácter, la voluntad, la fuerza interior, el entorno y la capacidad creativa juegan un papel importante. Lo cierto es que casi todas las historias positivas tienen como factor central la solidaridad. Hay un momento clave en que alguien mira a los ojos a esas víctimas y les hace saber que su vida es importante, les ayuda a saber que su dolor se puede transformar en aprendizaje, en misión preventiva. Somaly dijo que al salvar a otras salva a su propia niña interior y eso la hace mejor persona.
Ella me recuerda que la explosión de violencia en México va dividiendo a la sociedad entre sobrevivientes y victimarios. El reto está en mirarnos e inventar herramientas sociales para cuestionar los discursos que nos esclavizan y construir argumentos que nos liberen.
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