México

La desconfianza

Tren Parlamentario

En los territorios de San Lázaro, el Gobierno federal personificado ahora por Fernando Gómez Mont fue sometido ayer a una “paliza”, inédita para un secretario de Gobernación. Lo menos que le dijeron fue que le desconfiaban lo que decía; que era un inepto; que hay “regiones enteras del país en la ingobernabilidad”. Y que lo que había ido a proponer, un diálogo que conduzca hacia una reforma política que acerque a los poderes de la Unión con la sociedad, había que demostrarlo con hechos. Es decir, iniciativas de reformas como la del plebiscito, la segunda vuelta presidencial y el referéndum.

No le creyeron, y se lo estuvieron diciendo. Y, cada cual, desde la óptica de sus partidos políticos, le han dicho que el Gobierno responde con autoritarismo, y mucha incapacidad.
“Comenzó muy mal su relación con el Legislativo”, ya le decía Humberto Benítez (PRI) por el modo en que pretendió informar el 1 de septiembre ante la televisión antes de hacerlo con el Congreso. Pero nadie lo centró tanto como el petista Gerardo Fernández Noroña.
· Le pregunto si le llevó mi mensaje—saeteó Fernández Noroña al secretario de Gobernación. El mensaje de que renunciara el Presidente Felipe Calderón.
“No, no pasé su recado”, respondió el de Bucareli. “No estoy para hacer todo lo que usted diga”.

Comparecía el encargado de la política interior del país. Nunca antes en San Lázaro un secretario de Gobernación había sido tan sacudido por la oposición en una glosa de informe presidencial.

Había llegado con la propuesta de conciliar y pactar. “¿Y cómo piensa hacerlo?”, preguntaban los priistas.

Fernández Noroña así lo recibió: “Secretario del Gobierno usurpador, el pasado 1 de septiembre no vino su jefe, y no me refiero a Diego Fernández de Cevallos, del cual es usted personero, sino Felipe Calderón, a entregar el informe como constitucionalmente estaba obligado, y ahora nos mandan a sus empleados a que los escuchemos durante más de 10 minutos sin que digan absolutamente nada”.

En el primer tercio de la comparecencia, Fernández Noroña había depositado en un cesto de basura el kilo de papel donde estaba impreso el informe presidencial. El petista dijo al secretario de Gobernación: “Les estamos esperando, retó usted a La Familia. Y yo le pregunto, secretario del Gobierno de facto: ¿con los pantalones de quién? ¿Con los de la PFP o con los del Ejército? Porque los de usted, francamente no alcanzan, secretario”.

Fernández Noroña reclamaba a Gómez Mont que negase el permiso para visitar en Almoloya a Ignacio del Valle, “un luchador social que es tratado como el peor criminal. Me dicen que no me dan derecho a visitarlo. Esa es la muestra de tolerancia, de civilidad, de respeto que este Gobierno usurpador tiene”.

En el segundo tercio de la comparecencia, el mismo Fernández Noroña preguntó por qué no hay un solo soldado detenido a pesar de que Samuel González Ruiz, de la extinta Unidad Especializada del Delito Organizado de la PGR, ha dicho que hubo ya siete mil violaciones. “¿Qué van a hacer para detener esa impunidad?”
El petista le formó cinco preguntas. Una, fue aquella: de si había entregado el mensaje al Presidente. Otra: ¿cuánto realmente ganaba?
Gómez Mont respondió: “Por lo que toca a los sueldos, usted, diputado, los conoce. Estos se transparentan por la Secretaría a mi cargo y por todas las secretarías de Estado”. Y entonces el secretario de Gobernación apostillaba: “Créame que yo no me metí al servicio público por vocación de riqueza, me metí en un momento en el que el Presidente de la República me pidió que lo ayudara a sacar adelante la tarea pública en momentos difíciles de la vida, y después de una tragedia que a él en lo personal le tocó profundamente; y yo, por la admiración y el respeto que le guardo, lo acepté, y porque desde hace muchos años la vena política ha estado en mi vocación de vida”.

No le hubiera dicho esto. Gerardo Fernández Noroña le contestó: “Dice que se metió aquí por la muerte del español Mouriño y que la tragedia que tocó a Calderón, que usted ha de conocer bien. Pero es falso. Se metió aquí por su jefe Diego Fernández de Cevallos, que era el que querían que fuera a la Secretaría de Gobernación y no usted, y al final acabó aceptando este cargo de rebote, cozmo personero que es de este traficante de influencias público y notorio, conocido por este país”.

Gómez Mont comprobó que ser secretario de Gobernación en tiempos de Gerardo Fernández Noroña como diputado, es tener que tragar aceite pero en serio.
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