México
La ‘‘cura’’ de la homosexualidad
Desde 1973, la principal asociación de psiquiatría de Estados Unidos, la American Psychiatric Association, quitó a la homosexualidad de los trastornos mentales
Desde 1973, la principal asociación de psiquiatría de Estados Unidos, la American Psychiatric Association, quitó a la homosexualidad del manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. En otras palabras, y como decían algunos de los activistas LGBT de los setenta, de la noche a la mañana los homosexuales y las lesbianas, al menos en Estados Unidos, fueron “curados” de su enfermedad.
Casi 17 años después, el 1 de mayo de 1990, la Organización Mundial de la Salud hace lo propio y quita a la homosexualidad de la Clasificación Internacional de Enfermedades y otros problemas de salud.
Desde entonces, las asociaciones psiquiátricas y psicológicas de casi todos los países ya no tratan a la homosexualidad como una enfermedad, y todas están a favor de que los estados promuevan políticas públicas que combatan la homofobia e incluso que reconozcan los arreglos amorosos de las parejas del mismo sexo, como hizo en México la Asociación Psiquiátrica Mexicana con la Ley de Sociedades de Convivencia de 2006, o como hizo el Instituto Mexicano del Psicoanálisis con su apoyo a la ley del matrimonio entre parejas del mismo sexo en 2010.
Pese a todo ello, hay grupos patrocinados por la Iglesia Católica, por empresarios conservadores y hasta por algunos gobiernos locales que desafían ese consenso médico en torno a la despatologización de la homosexualidad y que aseguran que la homosexualidad o la “atracción por el mismo sexo” (AMS) puede ser curada con terapias de conversión, que antes, o tal vez incluso ahora, incluían “formas aceptables de tortura” como descargas eléctricas.
Grupos como la Asociación Nacional para la Investigación y Terapia de la Homosexualidad (NARTH, por sus siglas en inglés) empezaron a ser mucho más activos en Estados Unidos a mediados de los años noventa, y desde entonces, año con año las asociaciones psiquiátricas y psicológicas de Estados Unidos publican boletines oficiales reafirmando que la homosexualidad no es una enfermedad y que por ende no está sujeta a cura.
Richard Cohen, un psicoterapeuta desacreditado por las principales asociaciones estadounidenses, dirige una organización llamada Fundación Internacional para la Curación, que ofrece terapias para “curar” a personas que se sienten atraídas por otras personas de su mismo sexo. Cohen de hecho asegura que él había sentido esa atracción desde joven, pero que logró cambiar su preferencia sexual y hoy vive orgullosamente una vida heterosexual que presume a la menor oportunidad en cuanto foro puede y en la semblanza que aparece en su organización.
Desacreditaciones aparte, Cohen fue uno de los ponentes principales de un foro auspiciado por la Iglesia Católica e indirectamente por el Gobierno del Estado de Jalisco. De acuerdo con una nota de El Universal, la Secretaría de Gobierno jalisciense ha donado 1.3 millones de pesos, provenientes del bolsillo de los ciudadanos de ese Estado, a una asociación civil que promocionó ese foro en Jalisco.
Más de 40 años de debates médicos, así como discusiones legislativas y judiciales en torno al reconocimiento de la diversidad sexual, son ignoradas por el Gobierno de Jalisco, que hoy en día representa la cúspide de la homofobia institucional que persiste entre varios actores políticos del país.
El gobernador al que le dan asquito los matrimonios de parejas del mismo sexo es el mismo gobernador que alcoholizado grita que le valen madres las críticas de la sociedad civil, porque utiliza presupuestos públicos para financiar la construcción de templos católicos.
El gobernador Emilio González, una mezcla peligrosa entre ignorancia, homofobia, cinismo y despilfarro presupuestario, una mezcla enferma cuya curación se encuentra en las urnas.
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