México
La culpa de Assange
¿Pero Assange de qué será acusado? ¿De traición? Es australiano y no puede traicionar a un país que no es el suyo
Ésa es la acusación oficial en contra del fundador de WikiLeaks, Julian Assange, de 39 años de edad, quien en su sitio de internet desnudó las mentiras de las guerras de Estados Unidos en Iraq y Afganistán y de paso exhibió los modos de su diplomacia: de visita en Suecia metió a su cuarto de hotel a dos mujeres, en distintos días, se negó a usar preservativo y las orilló a mantener relaciones sexuales con él en tales condiciones. No queda claro, porque el Gobierno sueco no lo ha especificado ni ha notificado a los abogados del acusado, si el australiano cibernético está denunciado por emplear violencia física y/o verbal contra las mujeres para que se diera la relación sin protección. Ayer se entregó en Londres y lo arrestaron.
Es claro que no se trata de un caso corriente de presunto abuso sexual. Habiéndose convertido en estos días en el personaje del momento, satanizado por el “establishment” internacional y sacralizado por el mundo ciber-ongero, se montó una cacería mundial para su localización y captura que más bien habría sido digna de aplicarse a un personaje como Osama Bin Laden. En Washington hay quien pide se le aplique la pena de muerte.
Nadie puede oponerse a que se procese y aclare la presunta agresión sexual, y que se le castigue por ello si realmente es culpable, pero el contexto hace pensar que es un pretexto para vengarse por los cientos de miles de documentos filtrados.
Y ahí sí hay un problema de fondo. Supongamos que en efecto el joven militar de 22 años Bradley Manning se robó toda esa información del Departamento de Estado, y que ésta pone en riesgo a miles de personas en el mundo. Bueno, el joven ya está preso.
¿Pero Assange de qué será acusado? ¿De traición? Es australiano y no puede traicionar a un país que no es el suyo. ¿De difundir la información? Sólo que junto con él tendrán que arrestar y procesar a toda la plantilla directiva editorial de “The Guardian”, “El País”, “Der Spiegel”, “Le Monde” y “The New York Times”, para empezar, y después a todos los noticieros en el mundo que hemos divulgado los cables secretos.
Parecería fácil que el poderoso imperio aplastara al vulnerable activista, pero no se ve por dónde podrán detenerlo en su afán de seguir divulgando información secreta. Ciertamente no será con la acusación por negarse a usar condón.
Mientras eso se resuelve, Assange dio a conocer a través del diario “The Australian” un texto romántico en el que se nos presenta como el niño australiano que aprendió los abusos británicos en Galipoli y creció para convertirse en un campeón de la transparencia que quiere un mundo mejor, y se colgó de la dinastía Murdoch para envolverse en la frase de que “la verdad siempre ganará”. También hizo una especie de manifiesto sobre lo que él llama “periodismo científico”.
En lo que los reporteros del mundo debatimos su manifiesto y digerimos que el futuro de nuestro oficio no será como se enseñaba en las escuelas, en una cosa sí se puede estar de acuerdo con él sin importar ideologías o corrientes: “No disparen al mensajero”.
Saciamorbos
A lo mejor se negaba a su uso porque el adminículo va en contra de su vocación: justamente detiene las filtraciones.
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