México
La confirmación de Nava
Cuando César Nava reclama el ‘‘voto por voto’’ en la elección yucateca, lo que propone es que se abran los paquetes de la elección presidencial de 2006
Porque los argumentos que esgrime Nava en la disputa yucateca son los mismos que planteó López Obrador en la elección presidencial. Pero el asunto va más allá. Si el simpático señor Nava asegura que la de Yucatán fue una elección de Estado, entonces confirma que la elección federal que hizo presidente a Felipe Calderón, también fue una elección de Estado.
Está claro que sólo era cuestión de tiempo para que las “chabacanas” alianzas entre azules y amarillos terminaran en la metáfora del estiércol y el ventilador, en donde todos salen salpicados. O si se quiere, que sólo era cuestión de tiempo para que los azules terminaran por morderse la cola.
Es decir, que al meterse a la cama con el PRD de Los Chuchos y con el Día de Manuel Camacho, los azules de Nava se obligaron a practicar todas las perversiones de los ex priistas; como apostarle a descalificar las elecciones, y llevar la disputa al terreno postelectoral, lo que convierte a los azules en una oposición desleal; tara que siempre cuestionó el PAN.
Pero lo más grave es que cuando el PAN practica bajo las sábanas de su alianza con el PRD las perversiones de los amarillos, no sólo descalifica la elección de su jefe, el Presidente Calderón, sino que le da la razón a quienes lo impugnaron y lo calificaron de “espurio” e “ilegítimo”. Peor aún, el señor Nava confirma que Calderón se robó la elección de 2006. A cuatro años de distancia, Nava se ha convertido en el mejor alumno de López Obrador.
La tragedia, sin embargo, es que “navita” —como le dicen los yucatecos por su baja estatura política— enseñó el cobre y apareció “bichi” —sin ropa—, para defender una elección municipal como la de Mérida, en Yucatán. ¿Esa elección vale tanto, como para poner en duda el triunfo electoral del jefe y amigo de César Nava? Por eso la pregunta obliga; ¿Qué no hará Nava por una elección estatal?
Por lo pronto, no pocos recuerdan que entre julio y agosto de 2006, César Nava fue el más feroz impugnador del “voto por voto, casilla por casilla”, y hasta convenció a Calderón de no aceptar el recuento de votos, la apertura de casillas y siempre negó que la de Felipe Calderón fuera una elección fraudulenta.
Los argumentos de López Obrador y sus seguidores eran idénticos a los que hoy esgrime César Nava, sólo que aquella era una elección presidencial y la de hoy es una elección municipal. Pequeña diferencia.
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