México
La buena, la mala y la fea del PRI
Como si fueran un grupo de natación sincronizada, los priistas arrancan 2011 con una estrategia minuciosa y disciplinada rumbo a la elección presidencial
Y dentro de esta estrategia hay una buena noticia, una mala y una fea.
Primero la fea: Humberto Moreira, el nuevo dirigente nacional del PRI, se lanza con todo contra el gabinete de ni-nis de Calderón (ni saben, ni pueden) y reconstruye el exitoso discurso que llevó a Fox a la presidencia en 2000, prometiéndole a los mexicanos que su partido “sacará de Los Pinos a las víboras prietas y tepocatas que hoy lo habitan”, anunciando así la campaña sucia que arranca este año en el Estado de México y que crecerá en 2012.
Ahora la buena: Enrique Peña Nieto ya empieza a moverse de la zona de confort que le ha otorgado la construcción de su imagen pública —valuada en 179 millones de pesos que su Gobierno ha gastado para este propósito y coronada por el respaldo sin empacho de algunos medios de comunicación— y se adelanta a sus contrincantes al poner por escrito su propuesta para reducir la violencia en el país.
En un artículo que publicó primero en el “Financial Times” y después en las páginas de “El Universal” con una versión en español titulada “Un Estado eficaz para reducir la violencia”, Enrique Peña Nieto nada en sincronizado con Moreira y se adelanta al que será tal vez el tema más importante de la campaña presidencial en 2012.
En su diagnóstico, Peña Nieto pone el dedo en la “debilidad del Estado mexicano” y en la incapacidad de sus instituciones para “garantizar servicios de salud, educación y empleo”. En otras palabras, sin decirlo claramente, Peña Nieto se acerca a los argumentos de moda para hablar de un Estado fallido. Nada nuevo en su argumentación, pero sí el mérito de que es el primer presidenciable que lo escribe.
Sin embargo, la mala noticia es que en las propuestas de Peña Nieto no parece haber más que el mismo juego de doble cara al que el PRI nos tiene acostumbrados.
Por un lado, Peña Nieto propone remedios institucionales para reducir la violencia a nivel nacional, pero por el otro, su Gobierno es incapaz de asumir su responsabilidad institucional en los asesinatos de más de 922 mujeres que se registraron en su Entidad entre 2005 y 2010.
Peor aún, en un informe de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México, el Gobierno de Peña Nieto señala que las mujeres se colocan en situaciones de riesgo al “tener relaciones conflictivas, consumir drogas, trabajar en bares”, entre otros. Traducción: las mujeres y no las instituciones son las culpables.
En resumen, una propuesta necesaria, pero que resulta hasta hipócrita, por decir lo menos. Culpar a la debilidad de las instituciones del Estado por el aumento en la violencia en el país no hace más que alimentar la fobia al posible regreso del PRI a Los Pinos.
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