México

La batalla por Juárez

Por Raymundo Riva Palacio

Se dieron tantos brincos en la relación bilateral con Estados Unidos en esta semana, que se apagó ante la opinión pública el desarrollo de la batalla por Juárez, el microcosmos de la guerra entre los cárteles de la droga, y donde el Ejército movilizó a cientos de elementos en los últimos días y los militares tomaron el control de la seguridad pública. El que no figure en los principales titulares de los medios, no significa que haya bajado su intensidad. De hecho, si hay un momento climático de la guerra que libra el Gobierno de Felipe Calderón contra el narcotráfico, es ahora y es en Ciudad Juárez.

En esa ciudad fronteriza, los cárteles de la droga han enviado a sus principales cuadros militares, a los jefes de los ejércitos de sicarios, a los responsables de los cuerpos de seguridad de los principales líderes de las organizaciones criminales, en la disputa por esa plaza por donde cruza hacia Estados Unidos sobre 70% de la cocaína, y que es la gran franja donde luchan los cárteles de Juárez, respaldados por los disidentes del cártel de Sinaloa, los hermanos Beltrán Leyva y Los Zetas, contra el cártel de Sinaloa, encabezado por Ismael “El Mayo” Zambada, Joaquín “El Chapo” Guzmán, Ignacio Coronel y Juan José “El Azul” Esparragosa.

Una ficha de inteligencia establece que el cártel de Juárez, al mando de Vicente Carrillo, tiene a su jefe de sicarios operando en Ciudad Juárez y Chihuahua. Se llama José Luis Ledesma, que nació en Sinaloa, y que se mudó hace tiempo a ese Estado, donde los fundadores de la organización delictiva para la que siempre ha trabajado, emigraron también de tierras sinaloenses. Ledesma es conocido como el “JL”, que es como lo llaman los sicarios al servicio de la organización que se hacen llamar “La Línea”.

A su vez, el cártel de Sinaloa envió a combatirlo a Manuel Alejandro Aponte Gómez “El Bravo”, jefe de seguridad personal de Joaquín “El Chapo” Guzmán, y a Gustavo Inzunza, quien hace el mismo trabajo para Ismael “El Mayo” Zambada. Aponte Gómez desertó del Ejército Mexicano en 2004, cuando tenía el grado de teniente, y nació en Chilpancingo, Guerrero. Desde el año en que se fue del Ejército, trabaja con Guzmán, y dentro del cártel de Sinaloa organizó al grupo de sicarios que se hacen llamar “Los Halcones”. Aponte Gómez fue el ejecutor de Rodolfo Carrillo en 2004, ex jefe del cártel de Juárez.

La lucha en Juárez representa hoy el principal campo de batalla entre los ejércitos de los cárteles de la droga, que desde que estallaron en pedazos a principios del año pasado, se han venido reestructurando y formando nuevas alianzas. En Ciudad Juárez, esta recomposición de los cárteles desató la batalla más cruenta del último episodio de la guerra contra el narcotráfico, donde la vecindad con El Paso, Texas, donde se encuentra el Centro de Inteligencia para toda la Frontera Sur de Estados Unidos, aceleró la atención y preocupación de Gobierno y medios en ese país.

Según la ficha de inteligencia, el “JL” cuenta hoy en día con el apoyo de “Los Pelones”, que eran el grupo histórico de sicarios del cártel de Sinaloa, pero que cuando vino la fractura de la organización, dejaron de servir a Zambada y Guzmán para quedarse únicamente bajo las órdenes de quien manejaba la estructura militar del cártel, Arturo Beltrán Leyva. Aunque era la fuerza dominante, el cártel de Sinaloa, estaba integrada a la Federación, que se había formado en 2002 para enfrentar al cártel del Golfo. En la ruptura del cártel de Sinaloa, que produjo el desmantelamiento de la Federación, el cártel de Juárez, que pertenecía a ella, se quedó del lado de Beltrán Leyva.

“Los Pelones” son controlados por Edgar Valdez Villarreal “La Barbie”, uno de los incondicionales de los hermanos Beltrán Leyva, en particular de Arturo y de Alfredo — arrestado en enero del año pasado— a quienes se han sumado a la batalla por Juárez sus anteriores enemigos, un grupo de sicarios, que es la facción militar del cártel del Golfo. A quien respaldan, el “JL”  es descrito en el reporte de inteligencia como “un tipo sanguinario, que le gusta mantener un perfil bajo y que ha sido hasta ahora cauteloso en sus desplazamientos”.

Pero, para los fines delictivos, ha sido eficaz, al haber logrado estructurar toda una red de complicidades en Chihuahua, en particular en Ciudad Juárez, que involucra, según los reportes de inteligencia, a funcionarios en los tres niveles de Gobierno, jefes policiacos, dirigentes políticos, empresarios y comerciantes. Según el informe, es el responsable de la mayoría de las ejecuciones que se han dado en Ciudad Juárez, entre las que se encuentran varios jóvenes que se dedicaban al narcomenudeo y que estaban al servicio de “Gente Nueva”, que comenzó a operar desde finales de 2007.

“Gente Nueva” es el nombre que está utilizando el cártel de Sinaloa para operar en Chihuahua, que reclutó en Sinaloa a sicarios entre los 20 y los 35 años. Últimamente han engrosado matones de diversos municipios de Chihuahua, como Villa Ahumada, donde hubo recientemente cruentos enfrentamientos entre cárteles. La forma de operar de “Gente Nueva”, además de ser asesinos a sueldo, es de protección, vigilancia, y cobran extorsiones a empresarios y comerciantes.

El envío de jefes de sicarios y células de varias partes del país a Ciudad Juárez, y las biografías criminales de sus jefes, permiten ubicar en su dimensión el tamaño de la plaza que está en disputa. Juárez es el último punto sobre territorio mexicano de la codiciada ruta de la cocaína, que arranca principalmente desde el puerto de Topolobampo en Sonora, atraviesa el país hasta Torreón-Gómez Palacio y sube por Durango y Chihuahua hasta la frontera con Estados Unidos. Esto explica ampliamente el porqué de tantos muertos en esa zona, el porqué de la desestabilización, y la explicación de la masiva movilización militar al Norte de Chihuahua. Ahí se está jugando una plaza esencial, estratégica, para los cárteles de la droga mexicanos.

RAYMUNDO RIVA PALACIO / Periodista.
Correo electrónico: rrivapalacio@ejecentral.com.mx
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